Entender las características y las proporciones de los distintos grupos de opinión pública en Venezuela, puede ser la diferencia entre el éxito o fracaso de cualquier iniciativa. El proyecto que busque sacar al país de la terrible crisis en la que estamos sumergidos debe ser inclusivo, tanto en el fondo como en la forma.
Por lagranaldea.com
Al pasearnos por las distintas publicaciones y discusiones sobre la realidad venezolana que se pueden encontrar en redes sociales, se podría llegar a concluir de forma muy supercial que el país casi en su totalidad “aprendió la lección” y que el chavismo como movimiento en busca del poder político ha muerto.
Sin embargo, lo que hemos podido encontrar en cientos de investigaciones de More Consulting en los últimos 7 años, es que esa hipótesis está muy alejada de la realidad en la opinión pública venezolana.
Volvemos a hacer referencia al estudio nacional realizado por nuestra empresa entre el 19 y 24 de agosto de 2019 que citamos en nuestro artículo anterior (https://www.lagranaldea.com/2019/09/10/venezuela-2-mas2-igual-a-5/), en el que entre otros temas le planteamos a los encuestados distintos escenarios de hipotéticos enfrentamientos electorales. En todos los cara a cara planteados entre Juan Guaidó como candidato de la oposición y Nicolás Maduro, Héctor Rodríguez, Rafael Lacava y Diosdado Cabello como candidatos del ocialismo; la ventaja para Guiadó se mantuvo alrededor de los 30 y 35 puntos, y el porcentaje máximo de intención de voto entre las guras del ocialismo la obtuvo Maduro con el 26,4% de menciones entre el total de encuestados.
De manera que un movimiento que inicialmente cuente con apoyo electoral de 1 de cada 4 venezolanos de los que están en el país, no puede considerarse como “muerto” políticamente hablando.
Si además tenemos que al analizar la pregunta: “Ahora le voy a pedir que se imagine que Hugo Chávez estuviese vivo. En esas supuestas elecciones presidenciales entre Hugo Chávez y Juan Guaidó. ¿Por quién votaría?”, encontramos que la ventaja a favor de Guiadó se reduce a 14 puntos y el porcentaje de intención de voto del fundador del PSUV alcanza el 40,9% de menciones entre el total de encuestados. Y que al preguntar: “En su opinión, ¿Venezuela necesita de un líder similar al de Chávez para gobernar el país en el futuro inmediato?” el 41,3% del total de encuestados responden: “Sí”. Tenemos que el chavismo está lejos de ser un mal sueño del pasado, para mantenerse como una realidad tan dormida como peligrosa.
Aquellos que declaran que votarían por Hugo Chávez si estuviese vivo o que consideran que Venezuela necesita un líder similar al ex presidente fallecido, pero que no votarían por Nicolás Maduro o cualquiera de los actuales dirigentes del ocialismo en su mayoría, no lo hacen porque crean que el “modelo” es errado, o porque estén en contra de medidas como los controles de precios, las restricciones a la libertad, o las limitaciones a la propiedad privada; lo hacen simplemente porque consideran que los actuales líderes del ocialismo han sido “inecientes” en la aplicación del modelo, y por lo tanto han afectado la calidad de vida de los venezolanos.
Estos datos e innumerables experiencias incluso recientes, como las primarias argentinas de agosto de este año, en las que Alberto Fernández, quien lleva en su papeleta a Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta, logró sacar 15 puntos de diferencia al actual presidente Mauricio Macri, haciendo pensar que la reelección de Macri en octubre dependerá sólo de un milagro.
Incluso cuando el hecho que Cristina Fernández apareciese nuevamente en una llave presidencial ganadora podía lucir impensable para muchos, al terminar con alto nivel de rechazo su segundo mandato en 2015 y al tener juicios en proceso por innumerables presuntos hechos de corrupción ocurridos durante su jefatura de gobierno, debe representar un alerta para la dirigencia política opositora en Venezuela, así como para muchos de sus seguidores.
Las condiciones políticas, económicas y sociales que sirvieron de caldo de cultivo para la llegada de Hugo Chávez al poder en 1998 no han hecho si no agudizarse en estos 21 años gracias, en gran medida, a la aplicación del modelo liderado por el cabecilla del fallido golpe de Estado del 4 de febrero de 1992. Aún así, alrededor de 4 de cada 10 venezolanos que siguen en el país, continúan siendo chavistas, o al menos se identican con los valores que representó el ex mandatario en vida.
El no leer esta situación o simplemente aferrarse a diagnósticos y análisis complacientes, no hará que la realidad cambie.
Cualquier propuesta de proyecto que busque sacar al país de la terrible crisis en la que estamos sumergidos debe ser inclusiva, tanto en el fondo como en la forma.
Entender las características y las proporciones de los distintos grupos de opinión pública en Venezuela, puede ser la diferencia entre el éxito o fracaso de cualquier iniciativa. Tenemos la nefasta experiencia del 27 de febrero de 1989 para recordárnoslo.