Dedicamos estas líneas a lo que pareciera una aproximación a un desenlace del limbo en el que se encuentra el país; y es que, si bien los torpederos de oficio envían sus misiles sin misericordia alguna y de forma inexplicable a toda iniciativa que suponga una salida negociada o pactada, conviene respirar, dejar las vísceras a un lado y ser objetivo para analizar que es lo que se está poniendo sobre la mesa; pues aunque la primera reacción a cualquier acuerdo que implique ceder en algo a las posiciones del desgobierno es de inmediata repugnancia y rechazo, es vital entender y asimilar que cuando se trata de negociar, algo hay que dar a tu contraparte para hacer viable la paz, pues lo contrario es la fuerza, la barbarie y el caos.
Luego de una semana de innegables y contundentes avances sobre el desgobierno, gracias al impecable despliegue de una ofensiva diplomática de las fuerzas democráticas, coronada a lo interno por la imagen de los diputados psuvistas retornando al parlamento cual perro arrepentido, en evidente acatamiento y reconocimiento a la única institución que preserva absoluta legitimidad de origen y ejercicio democrático en el país, se inicia entonces esta nueva semana con un acuerdo suscrito en el seno de la misma Asamblea Nacional, que reivindica el dibujo de una ruta que conduzca a una salida; y es que aunque los puristas condenen a priori y sin análisis alguno dicho acuerdo, conviene repasarlo, no solo para su reivindicación, sino para defenderlo y abrazarlo como una ruta posible ante las circunstancias.
Veamos, por ejemplo, quién podría estar en desacuerdo con el hecho de que la ausencia de Estado de Derecho y de institucionalidad, condujeron a que se concretara la usurpación; o con reconocer que la emergencia humanitaria requiere de atención urgente; o con asumir que la negociación política es un mecanismo que goza del respaldo de la comunidad internacional; o que la necesaria reinstitucionalización del país es vital para la recuperación económica; o con la demanda de restituir el equilibrio de poderes, el cese de la persecución política y la legalización de los partidos; o con la convocatoria a elecciones presidenciales libres y transparentes con instituciones que garanticen el derecho a elegir y ser elegido; o con el hecho de que la Fuerza Armada y todas las fuerzas vivas del país serán esenciales para la reconstrucción; o con la afirmación de que el desgobierno abandonó las negociaciones en Barbados, demorando así una posible solución a la crisis. ¿Quién que esté del lado del rescate de la democracia, puede negar o estar en desacuerdo con lo anterior? Pues bien, eso y no otra cosa constituyen las consideraciones del acuerdo suscrito ayer en la Asamblea Nacional.
Pero veamos lo acordado para entender donde está la traición al interés nacional que algunos injustamente denuncian. Por ejemplo, ¿ratificar la vigencia, legitimidad y soberanía de la Asamblea Nacional y del mandato popular de sus diputados es contrario a la lucha por la democracia? ¿Ratificar que la ruta para resolver nuestra crisis pasa por elecciones presidenciales libres y transparentes, la reinstitucionalización y el rescate del equilibrio de poderes, es por alguna razón una demanda condenable? ¿Es acaso la ratificación del compromiso de derrotar la crisis humanitaria, algo censurable? ¿Está fuera de la ruta democrática la propuesta presentada por Guaidó de convocar a un proceso electoral presidencial libre, justo y transparente con observación internacional seria y calificada, la designación de un nuevo Poder Electoral por la Asamblea Nacional y el establecimiento de un gobierno de transición? ¿Es ajeno a las reglas democráticas, ratificar el interés por trabajar para la convocatoria de elecciones presidenciales libres y justas con miras a una transición democrática que privilegie garantías y espacios políticos para quienes estén dispuestos a respaldar la Constitución? ¿Traiciona el interés nacional ratificar la posición de defensa territorial del Esequibo? ¿Es censurable que se reconozca el llamado de la comunidad internacional a procurar una solución negociada? Pues bien, eso y no otra cosa fue lo expuesto en el denominado “ACUERDO PARA CORROBORAR LA RUTA POLITICA INTEGRAL PLANTEADA AL PAIS QUE PERMITA ELECCIONES LIBRES Y TRANSPARENTES COMO SALIDA A LA CRISIS QUE VIVEN LOS VENEZOLANOS Y LA REINSTITUCIONALIZACION DEL PAIS”; y desde esta tribuna, nos sumamos a lo que plantea el punto séptimo de dicho acuerdo, que es su respaldo para la solución política, constitucional, pacifica y perdurable a la crisis que hoy atraviesa el país.
Cástor González
Abogado
Presidente del Centro Popular de Formación Ciudadana (CPFC)
@castorgonzalez