No deberían sorprendernos. Pero lo hacen consuetudinariamente. El planteamiento político de Guaidó y su grupo, para integrar y salvarse, según creen, de la violencia política perpetua, es la cohabitacion. La coexistencia en el poder, pero con los restos del socialismo del siglo XXI. Se repite la historia. En ese compartir los espacios, y no sólo éstos, está el uso del hemiciclo. Un día la Asamblea Nacional, otro la Constituyente. Parece baladí. No lo es. Simbólicamente muy representativo su traspaso ideológico al accionar político. Juan Guaidó y su gente, múltiple en sus rayas, rehúye cualquier confrontación. Su trabajo ha sido incorporarlos del modo que sea. Recuerden los episodios de La Carlota. Estuvo enmarcado allí, también, el supuestamente salvador, disparatado, proyecto de la Ley de Amnistia. Ese olvido que, al parecer, nos aplicaron a todos los que creímos que de verdad estábamos orientados por la cantinela del “fin de la usurpación”, “transición” y “elecciones libres”, hay que macerarlo continuamente, para que aflore, aunque sea de vez en cuando. Bien lejos estamos de eso. La política trazada es la de compartir, como se da en tasajos una pizza, por ejemplo. Todos sentados al rededor de la mesa, y coge tú tu pedazo.
¿Sorprende a alguien Oslo-Barbados y su recurrencia? ¿Sorprenden los movimientos de gorrines múltiples en la Asamblea? ¿Sorprenden acaso las invitaciones a Globovisión? ¿Sorprende la prisión, liberación, de algún diputado? ¿Sorprende la incorporación de miembros electos de la Asamblea Nacional que abandonaron durante años sus curules y ejercieron otras responsabilidades incompatibles con tan alta investidura, como se dice, y además agredieron o mandaron a agredir a sus colegas y denostaron del espacio y sus integrantes? Además, está clarísimo que esos que se han venido levemente incorporando a la Asamblea, son cómplices de la prisión que vivieron en su momento diputados como Rosmit Mantilla, Soto, Gilber Caro (en varias ocasiones) , o que son culpables o copartícipes en el exilio y persecución de otros colegas suyos, también diputados, como Freddy Guevara o Julio Borges. Son corresponsables de la prisión de Juan Requesens. Son cómplices de los crímenes, torturas, secuestros,exilios, persecuciones, de muchos compatriotas. No pueden representarnos en nada, Más allá del hecho de que algunos ni votamos por ellos.
Habría que preguntarse acerca de lo que realmente hay detrás de todo este entramado. Poder, dinero. Mucho dinero. Mucho poder. Al cipote mismo la transición y el cese de cuanto fuera. Resulta un modo de proceder asqueante, altamente repulsivo. ¿Por qué en cada sentada no se produce la negociación para volver a la libertad a todos los presos políticos? Noooo.
Convivir en la Asamblea Nacional es otra forma de repartirse sus cuotas de país. No abunda en quién creer. Las maromas del poder con los narcos, con los poderes económicos y comunicacionales resultan asaz intrincadas, impenetrables así. Comprados en conciencia y acciones, diversos e increíbles personeros políticos, nada sorprende el último punto de la agenda de ayer en la Asamblea sobre elecciones. Nada sorprende nada. De allí la dificultad de una resolución definitiva. Todos cuidan todo y se cuidan entre ellos. Así se complica más todo el panorama. Alabo la firmeza de la fracción 16 de jnulio, su coherencia y valentía. Están verdaderamente encaramados en la ruta del coraje. Del resto no hay nada bueno que esperar. Hagan lo que les hagan, están dispuestos a negociar donde sea y al costó que sea, con la satrapía, su incorporación a lo que sea. Me causan asco. Profundo asco. Si logran su propósito y le permitimos este alelimón no habremos salvado nada rescatable del país. Disimuladamente, creen, de ellos hacia nosotros, que perdurará la tiranía, así sea con un tinte más estirado y pensarán que nos harán creer que hubo cambio, mientras hermanados juegan dominó, aparejados, mientras se ríen, mientras descaradamente se burlan de nosotros. Hay que removerlos a todos los cohabitantes o no salvaremos nada salvable.