¿Cohabitar con criminales de lesa humanidad? por Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr

¿Cohabitar con criminales de lesa humanidad? por Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr

¿En qué estarán pensando? 

Es grave, muy grave lo que está pasando, además de grave, suicida si permitimos que se concrete. Sí, suicida. Pensar que se puede cohabitar con un criminal de lesa humanidad es tan irresponsable como insensato. Sencillamente lo es, ¿en qué estarán pensando quiénes lo promueven? ¿En qué?

Reflexionemos: Hitler, Stalin, Mao (los tres socialistas, por cierto) persiguieron a sus adversarios, exterminaron a sus pueblos, arruinaron a sus naciones.





¿Conviviríamos con ellos sabiendo lo que hicieron? ¿Sonrisas?

El asesino de nuestros niños

Lo tiranía venezolana no es otra dictadura latinoamericana más, no, no lo es. La tiranía venezolana no es nada que nosotros hayamos conocido antes en la región. El chavismo es lo más devastador y cruel que hayamos padecido jamás.

Basta observar sus métodos y sus consecuencias. Sí: ¡ver sin prejuicios! Observar la crueldad, la infamia, el cinismo, el desprecio, la criminalidad absoluta. La conclusión a toda luz es siniestra.

¿Nos hacemos los locos? ¿Cohabitamos con el asesino de nuestros niños?

No hemos entendido

El chavismo es una mezcla fatal de todos los males reunidos de la postmodernidad, todos. Entendámoslo de una vez por todas sin falsas ilusiones ni oportunismos. Las consecuencias, si no lo hacemos, serán fatídicas, aun peores de las que ya padecemos. 

Las ridículas –¿“expertas”?– negociaciones de Noruega –por ingenuidad u oportunismo– le cayeron a machetazos a la ilusión de un país. En el mejor momento de la rebelión, claudicamos.

Los “expertos” no entendieron nada. 

El horror bíblico de nuestro pueblo

El narcotráfico, la corrupción, el negocio ilícito, la guerrilla comunista, el malandraje común, el terrorismo, el fundamentalismo islámico y el desprecio inhumano por el semejante, con el chavismo llegaron al poder. Todos unidos, todos mezclados, todos asociados en un Estado petrolero.

Ese amasijo de perversidades humanas, esa inmoralidad institucionalizada en forma de república, como era de suponer, arruinó a la nación más rica de Las Américas.

Se dice fácil, pero el horror humano ha sido bíblico.

Una vergüenza inenarrable

El tirano Maduro y su familia son reconocidos y juzgados narcotraficantes; el presidente usurpador del Tribunal Supremo de “Justicia” es un secuestrador, un bandolero carterista; el segundo a bordo del chavismo –Cabello– es el líder de un cartel de drogas más grande de Latinoamérica; el Fiscal General es un pervertido pedófilo; el vicepresidente económico –Aissami– es un prófugo narcotraficante vinculado con el terrorismo islámico. 

Cada espacio ocupado por el poder tiránico chavista es una vergüenza inenarrable de criminalidad sin precedente histórico, una ruina que sólo es concebible en la ficción.

¿Convivimos con esa vaina? ¿No sienten repulsión?

Un país pulverizado

Tendemos a banalizar la expresión “violadores de derechos humanos” porque en el fondo casi todo Estado contemporáneo los viola en menor o mayor medida. Pero violar de manera desproporcionada, sistemática y generalizada –lo que se llama “crímenes de lesa humanidad”– con alevosía y crueldad los derechos humanos como Stalin, Hitler, Mao, Chávez o Maduro pulveriza países.

Por eso Venezuela está como está, por eso nuestra nación está devastada, por eso nuestro pueblo huye de sí mismo, se destierra y bochornosamente es humillado en todo el mundo.

¿Cohabitamos con criminales de lesa humanidad o los aplastamos?

¡Carajo! 

Nuestro liderazgo político está secuestrado, vive en una trampa que los hace pensar –fingir– que detentan el poder. No lo detentan. Lo hicieron –detentaron el poder– hasta que intentaron cohabitar con nuestros verdugos en Oslo. Por favorecer las expectativas de los reyes de Noruega, sacrificaron la confianza y esperanza de los “reyes” de Venezuela: nuestro pueblo. Dramático, vergonzoso, aterrador. 

Ojalá rectifiquemos, ojalá lo hagamos, estoy convencido de que estamos a tiempo. Tengan piedad de los desterrados venezolanos, de los presos, de los hambrientos, compadézcanse de su pavorosa pena. 

Luchemos, ¡carajo!, volamos a operar la libertad…