El cinismo es la repudiable práctica de mentir sin ningún tipo de vergüenza y con el mayor descaro posible en aras de defender todo aquello que por despreciable es absolutamente inaceptable. El cinismo adquiere ribetes intolerables cuando está destinado a minimizar, esconder, camuflar, el impacto de las propias acciones, en tanto y cuanto éstas han causado inconmensurable sufrimiento, pena, dolor, a otros, sean los maltratados individualidades o multitudes. Así las cosas, no se requiere de sagacidad alguna en la tarea cotidiana de identificar a la lamentable cofradía de cínicos conformada por voluntad propia de sus afiliados: basta con escucharlos por breves instantes para percibir como, con la cara más lavada, evidencian su apego constante y enfermizo a la mentira sin pudor para justificar, banalizar y/o esconder el inmenso mal que han dejado a su paso. Quien recurre al cinismo no es más que un falsario impenitente.
Entre 2006 y 2014, el Estado venezolano gastó más de 3 mil millones de dólares americanos en la compra de material bélico, concretamente aviones, helicópteros y buques. Para contextuar el asunto a partir de elementales comparaciones téngase en cuenta que, por ejemplo, dicho monto fue equivalente al presupuesto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para 2013-2015; a tres veces el presupuesto de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para 2014-2015; a cinco veces el presupuesto de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para 2012-2013 y a 1.000 veces el presupuesto de la Agencia de la Organización de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR) en 2013. Huelga decir, de haberse utilizado, digamos, no todo ese dinero sino apenas una porción significativa del mismo, para estimular la creación de fuentes de empleo con salarios dignos que permitieran enfrentar la vida sin sobresaltos y con esperanza, seguramente millones de venezolanos que hoy se encuentran en la diáspora no habrían tenido que abandonar el país huyendo del hambre y del desaliento y no habría necesidad alguna de estar pidiendo ningún dinero en este momento para repatriar venezolanos asentados en un país cercano.
Algo más de historia para puntualizar en el debate. Según propias palabras de un ex ministro de la autodenominada revolución bolivariana, para más señas encargado de la planificación nacional, en el acto de ganar pasados procesos eleccionarios cuyo único gran objetivo era …”la consolidación del poder político (…) [y] la fortaleza de la revolución”… deliberadamente se incurrió en un gigantesco …”esfuerzo económico y financiero que llevó el acceso y uso de los recursos a niveles extremos que requerirán de una revisión para garantizar la sostenibilidad de la trasformación económica y social”… Es decir, a conciencia de lo que se hacía, se gastó a borbotones sin que en nada importase lo por venir en términos de posibilidades reales de mejorar el nivel y los indicadores de vida de la población, dado el caso que lo verdaderamente prioritario era preservar el poder a como diera lugar, aun cuando esto significase no atender las necesidades de la gente, acogotada como ya estaba en su desespero, pese a que con hipocresía se dijo que se buscaba reivindicarla. En otras palabras, de haberse tomado la decisión de destinar esos recursos en función de la gente y no de derrocharlos, entre otras cosas en lo que terminó siendo basura electoral, seguramente la diáspora venezolana no sumara millones como hoy los suma y no habría necesidad alguna de estar pidiendo ningún dinero para traer a la patria a venezolanos que con tristeza se han visto obligados a buscar nuevos horizontes al sur de esta tierra.
El cinismo ofende. Las ofensas no se olvidan.
@luisbutto3