En esto concluye el proceso iniciado el 1 de mayo de 2007 en aquel acto “patriótico” de nacionalización de la Faja Petrolifera del Orinoco y de los Convenios de Exploración a Riesgo y Ganancias Compartidas. Una efeméride en la que el farsante anunció que acababa con la privatización de la industria acometida en la década de 1990 y sellaba “la soberanía petrolera” de Venezuela, prometiendo que para el año 2019 el país estaría produciendo 6 millones de barriles diarios.
Es ilimitado el desastre de nuestra industria petrolera, en similares condiciones se encuentran refinerías, tanqueros, terminales, plataformas costa afuera, plantas del lago de Maracaibo y hasta la seguridad y salud de los trabajadores, carentes hoy de seguro médico.
No tuvo que acontecer una guerra devastadora, terremotos o tsunamis, bastó el asalto de una banda criminal, la cual, además de rendir cuentas por lesa humanidad, lavado de dinero y otros delitos, también tendrá que responder por la destrucción del patrimonio de la nación.