Diosito, ¿qué más tiene que pasarnos a los zulianos para que alguna autoridad meta la mano? Nos han caído las 7 plagas de Egipto y unas cuantas más. Llevamos palo parejo y pareciera que a nadie le importa, ni a los de un bando ni a los del otro. Estamos cansados, agotados, vueltos nada y lo peor es que no se ve luz al final del túnel.
¿Cuántos muertos necesitan para voltear la mirada hacia nuestra región? La grave crisis que se vive en el estado con el suministro de gasolina casi aporta dos a la lista la semana pasada cuando un carro se estrelló a primeras horas del domingo 29 de septiembre en contra de la cola de la estación de servicio ubicada en la Circunvalación 2 con avenida Paúl Moreno, en Maracaibo. Sí, como lo lee. Dos personas casi pierden la vida en una cola esperando poder surtir de gasolina en el estado petrolero por excelencia en Venezuela.
En los 21 municipios del Zulia se vive la escasez de combustible. Hasta 3 días de cola deben hacer los zulianos para abastecerse de apenas 30 litros. Si quieren llenar el tanque, tienen que bajarse de la mula con 10, 20 o 30 dólares, dependiendo de la capacidad del vehículo. Aunque la gobernación prohibió pernoctar en las bombas después de las 9:00 de la noche, el desespero de los usuarios los obliga a concentrarse desde la madrugada a ver si tienen suerte de que llegue el camión y que les alcance surtir. Si no lo logran tienen que repetir lo mismo un día tras otro.
La última semana se ha agudizado la crisis. El surtido de combustible a las estaciones de servicio es más espaciado. Si antes llegaba una gandola de 36.000 litros por bomba, hoy sólo distribuyen media gandola. La idea es intentar mantener la sensación de que, aunque haya colas, no hay escasez. Pero es sólo eso, una sensación. La realidad es muy diferente.
Las colas abarcan entre 7, 10 y 12 cuadras a la redonda. En 40 minutos apenas avanzan 4 carros. Los policías y militares abundan en cada estación de servicio sin que eso sea sinónimo de orden. Por el contrario, en cada una se hacen 3 colas: una para amigos y familiares del dueño, la de la maraña que es la del negocio porque aporta los dólares en efectivo, y la tercera que es la interminable, la del soberano.
A la par de esta realidad ha surgido una nueva ocupación, la de los pimpineros. Se consiguen en las distintas calles y avenidas, a plena luz del día y sin temor a ser aprehendidos. Hay niños, mujeres y hombres dedicados a este oficio. La semana pasada vendían 25 litros de gasolina por 5 dólares, hoy ofrecen 60 litros por 35 dólares. Todo es ganancia ya que la gasolina, aunque es extremadamente barata, no se paga desde hace algunos meses.
Los zulianos todos los días carreteamos con nuestro rosario de calamidades a cuestas: no hay luz, no hay agua, no recogen la basura, no hay gas, no hay efectivo, tenemos los precios de los productos más caros que en el resto del país, las comunicaciones por celulares y por Cantv se han hecho cuesta arriba y somos el único estado donde, desde buhoneros hasta grandes empresarios, se dan el tupé de rechazar pagos con billetes de 1 y 5 dólares, además de no tener cambio para transacciones con denominaciones más altas.
Estamos a la buena de Dios. Tenemos de todo como en botica. El Zulia parece un mundo aparte del resto del país. Si bien Venezuela toda está en el piso, la catastrófica situación que se vive en la región no tiene parangón. La lucha diaria es por sobrevivir, intentando sortear día a día todos los problemas que el mismo gobierno nos ha generado. Para no morir de mengua, buscamos la manera de resolverlos pero cada vez es más difícil por la faja de reales que se necesita para hacerle frente a todos a la vez.
Todo, absolutamente todo, se paga en dólares. Un cisterna de 10.000 litros cuesta entre 15 y 30 dólares, dependiendo de la zona y la urgencia; a quienes se llevan la basura de las casas hay que pagarles con un efectivo casi imposible de conseguir, o en su defecto con comida; ante los apagones de 10 y 12 horas al día hasta en las bodeguitas se han visto obligados a comprar una planta eléctrica para que les funcione el punto de venta y en la mayoría de los barrios de los 21 municipios del Zulia tienen que ingeniárselas para cocinar porque no tienen cómo recargar las bombonas de gas. Como decía el locutor y compositor zuliano, Pedro Colina: “¡Ay Juan, en esta tierra de Dios nadie se apiada de vos!”.
Gladys Socorro
Periodista
Twitter: @gladyssocorro