Investigadores de la Escuela Superior de Ingenierías Industrial, Aeroespacial y Audiovisual de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) desarrollaron un modelo numérico con el que, mediante superordenadores, reprodujeron la evolución de las tormentas polares en Saturno y averiguaron cómo se forman.
El trabajo, que publica la revista ‘Nature Astronomy’, forma parte de un proyecto internacional más amplio liderado por el investigador Agustín Sánchez-Lavega, de la Universidad española del País Vasco, en el que también participaron otros investigadores de la misma universidad.
Saturno, el segundo planeta más grande del Sistema Solar, al igual que otros planetas con atmósfera, es un laboratorio natural para investigar el clima en la Tierra, ya que permite estudiar fenómenos meteorológicos y poner a prueba, bajo condiciones extremas, los modelos que se emplean para explicarlos y predecirlos.
Los investigadores de la española UPC Enrique García y Manel Soria crearon este modelo numérico para evaluar y reproducir la evolución de las tormentas polares que tienen lugar en Saturno y la energía involucrada en su desarrollo, comparándolos con los otros tipos de tormentas observadas anteriormente.
De este modo, pudieron identificar por primera vez tormentas en diferentes latitudes de este planeta que se desencadenan por convección a unos 200 kilómetros por debajo de las nubes visibles del planeta de los anillos.
El gas húmedo y caliente sube con mucha fuerza a la atmósfera de hidrógeno de Saturno formando nubes muy densas de amoniaco, visibles con el telescopio.
Los profesores García y Soria son investigadores del Turbulence and Aerodynamics in Mechanical and Aerospace Engineering Research Group (Tuareg) de la UPC y forman parte de un grupo de científicos internacionales que estudia los fenómenos atmosféricos en Saturno.
El proyecto involucró a la misión espacial Cassini de las agencias espaciales estadounidense, europea e italiana, que estuvo en órbita hasta septiembre de 2017 y contó con el telescopio espacial Hubble, la cámara PlanetCam de la UPB/EHU instalada en el Observatorio de Calar Alto y la participación de una red de observadores aficionados que han aportado imágenes para seguir día a día la evolución del fenómeno.
Los investigadores explicaron que todo comenzó la noche del 29 de marzo de 2018, cuando un astrónomo aficionado brasileño capturó con su telescopio la presencia de una pequeña, pero brillante, mancha blanca en el disco del planeta Saturno, cerca de su polo norte.
Pocos días después la mancha se hizo grande, alcanzando unos 4000 kilómetros de longitud y convirtiéndose en el detalle más destacable del disco del planeta de los anillos.
Unos dos meses más tarde apareció una segunda mancha, más al norte del planeta, y en los meses siguientes de forma secuencial, una tercera y una cuarta manchas, mucho más cerca de la región polar, un fenómeno que no se había observado nunca.
Durante aquellos meses las manchas se desplazaron a diferentes velocidades, arrastradas por los vientos atmosféricos que soplan en Saturno.
Según Agustín Sánchez-Lavega, “era la primera vez que veíamos tormentas múltiples en diferentes latitudes simultáneamente. Hasta ahora habíamos visto pequeñas tormentas aisladas que eran o bien pequeñas o bien gigantes”.
“En la Tierra -según Sánchez Lavega- las tormentas de este tipo duran como máximo unos días, pero en Saturno, la primera de todas las manchas estuvo activa más de siete meses. Además, las nuevas tormentas han sido observadas solo en el hemisferio norte, nunca se han visto en el sur, y parecen haber seguido su ritmo de formación de una cada 30 o 60 años”.
EFE