La antimilitaridad constitucional surgida cuando el teniente coronel Chávez, en mala hora fue votado en 1998 como presidente de la república, es de anotarlo en la historia de Venezuela, con reflejo mundial, como el surgimiento de lo que hoy vemos en algunos países de América Latina, que trajinan con el no deber ser de la política real, donde se ataca al gobierno que no es leal a la pérfida doctrina del “socialismo del siglo XXI” impuesta por este personaje que surgió desde 1992 para confundir la historia de Venezuela y de América.
Hemos dicho, que lo torcido del militarismo chavista nos deja sin ánimo de pensar, para vergüenza de pocos, que se apesadumbran y pierden la confianza en la ciencia, en la doctrina y hasta en la verdad, todo a causa del “toerismo” militarista que tanto hemos mencionado y que nos desespera, al referir, que luego de la profesionalización de la carrera militar, ésta perdió el sentido de la razón y la ciencia que le dio origen, cuando los militares intelectuales solo se preocuparon por la categoría universitaria de la profesión, para equipararla con las demás carreras universitarias, sin el distingo de fuerza y el fundamento que le dio la denominación de profesionales de la ciencia y el arte militar.
Esto lo repetimos, porque a nuestro entender, nada es más perverso hoy, cuando los venezolanos comienzan a creer en un cambio político en el país y persiste la desventura de líderes militares subyugados por la perfidia de quien creyeron la baraúnda que impuso Chávez, creyéndose el gran mesías que vino para la redención de esa Venezuela con el llamado “árbol de las tres raíces”, que según sus adláteres había perdido la brújula política y requería de una “revolución pacífica pero con armas”, como lo explicitó y tomó tanto cuerpo, que cerca del 70% de los venezolanos se unieron a sus andanzas.
Insistiremos en nuestros mensajes al general Vladimir Padrino, quien es el autor de algo tan grotesco como insurgir como máximo líder de la campaña pro Chávez, considerándosele autor de la “cátedra Hugo Chávez”, a cuyo contenido se le pone tanta relevancia, con honores de superhombre como el de “comandante eterno”; y junto a él, a quienes surgen como sus seguidores o sucesores este estercolero mando en que han transformado la alta jerarquía militar, porque creemos en que el hombre como humano más que como hombre, capitaliza el proverbio de que “errar es de humano y rectificar de sabio”.
Pensamos, que toda mente por más veloz que sea, no es capaz de generar ideas fuera de contexto, que no entren en su capacidad de rectificación, bien sea por su beneficio personal instantáneo, como el pensar que sus actos heroicos o fatales constituyen la mejor o peor herencia de su descendencia, o el grabado en su libro de hechos de la patria, para aquellos que han pensado en que “la patria es primero”, y más aún, cuando se han autocalificado como herederos de los libertadores.
No se puede engrandecer al estúpido ni al mediocre, que viendo su “postura”, no sea capaz de recogerla para evitar la hediondez que deja a su paso.