La horrible vida en un submarino durante los años del terror nuclear

La horrible vida en un submarino durante los años del terror nuclear

USS Nautilus, el primer submarino nuclear / Foto: ABC

 

 

 





Un cigarro de metal en el que la claustrofobia solía adueñarse de los miembros de la tripulación. O, quizás, un ataúd de hierro en el que el hedor de los gases humanos se mezclaba con la pestilencia provocada por la gasolina. De esta guisa define el autor Richar Humphreys cómo era vivir en uno de los muchos submarinos nucleares que surcaban los océanos durante la Guerra Fría. Y sabe bien de lo que habla ya que, aquellos años, estuvo destinado en el británico «HMS Resolution» y se vio obligado a compartir su vida con otros 142 tripulantes durante los meses en los que el temor a una guerra nuclear sacudía Europa. Así lo explica, al menos, en su nueva obra, «Under pressure. Life on a submarine».

Por: ABC

Las declaraciones extraídas de esta obra dejan patente la tensión que se vivía aquellos días en los que el comunismo y el capitalismo combatían, sin llegar a las manos, por la supremacía en Europa. «Teóricamente estábamos a 15 minutos del Armagedón. Ese era el tiempo que tardábamos en lanzar una ojiva nuclear después de que el Primer Ministro nos autorizase», afirma el antiguo marinero. Según desvela en su obra Humphreys, él y sus compañeros eran los «elementos disuasorios nucleares de Gran Bretaña». Participaban, para ser más concretos, en la doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada. Un juego en el que los diferentes países asumían que sus contrincantes estaban armados hasta los dientes y se comprometían a no iniciar un enfrentamiento para no destruir el mundo. El «HMS Resolution» era una pieza dentro de aquella partida de ajedrez.

Submarinos nucleares
El origen de los submarinos nucleares se remonta a los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Días en los que no pocos científicos nazis, pérfidos para los Aliados desde 1939 hasta 1945, se ganaban la sopa vendiendo los secretos tecnológicos de Adolf Hitler a los que -poco antes- habían sido sus archienemigos. Si los Estados Unidos sumaron a sus filas a Wernher von Braun (artífice del programa de bombas volantes V2 con los germanos y del cohete que llevó al hombre a la luna posteriormente), los soviéticos apostaron por «reclutar» a todos aquellos técnicos (entre ellos, el famoso Hellmuth Walter) capaces de modernizar su vieja flota submarina.

Con estos antecedentes, no es de extrañar que las dos superpotencias de la Guerra Fría cayesen como buitres sobre los nuevos submarinos movidos por energía nuclear. Una propulsión que, según afirma Víctor San Juan en su obra «Titanic y otros grandes naufragios», «no necesitaba repostaje de combustible ni suministro de aire saliendo a superficie».

En 1951, después de años de estudios y avances, el Congreso de los Estados Unidos autorizó la construcción del primer submarino de propulsión nuclear. Según explica Enrique Casanova Rivas (doctor en ingeniería naval) en su extenso y documentado dossier «Los submarinos nucleares de ataque de Estados Unidos», esta fue supervisada por el capitán de navío Hyman G. Rickover. El resultado no se vio hasta tres veranos después, pero marcó un hito dentro de la ingeniería armamentística. Al fin y al cabo, contaba con una gran autonomía (120.000 millas) y podía permanecer bajo el agua varias semanas.

foto

Estas dos ventajas fueron clave para amenazar al enemigo, ya que (mientras que en la Segunda Guerra Mundial los sumergibles debían permanecer en superficie la mayor parte del tiempo), a partir de los sesenta ya era factible esconderse bajo los mares, emerger frente a las costas del contrario, disparar un proyectil y marcharse sin ser detectado.

Como bien señala Casanova, aunque los primeros países en hacerse con la tecnología para ensamblar estos submarinos fueron Estados Unidos y la Unión Soviética, el resto de grandes potencias de la época no tardaron en desarrollar sus propios submarinos nucleares. «Los primeros países, además de EEUU y la URSS, en disponer de capacidad económica, nivel tecnológico e instalaciones de mantenimiento en tierra para iniciar la construcción […] fueron China, Reino Unido y Francia», desvela. Todos ellos comenzaron, a partir de los años sesenta, la construcción de los SSBN («Silent Service Ballistic nuclear») y SSN («Silent Service nuclear»). El «HMS Resolution», el que aquí nos ocupa, pertenecía a los primeros y fue botado en 1966.

Para leer la nota completa, pulse aquí.