A propósito de la escalada en contra la autonomía universitaria y de manera particular hacia la Universidad Simón Bolívar, ejecutada desde el Ministerio del P.P. para la Educación Universitaria desde hace más un año, ha llegado a nuestras manos un revelador dato de carácter histórico que revela la catadura de quienes hoy ejercen en forma perversa el poder.
A mediados de marzo de 1970 los profesores Pedro Duno y J.R. Núñez Tenorio introdujeron una demanda de nulidad ante la Corte Suprema de Justicia de los decretos mediante los cuales se instauró la figura de las Universidades Experimentales, en particular la resolución por la cual se fundó la USB. El libelo exponía como argumento que la creación de las Universidades Nacionales no podía hacerse por vía del Decreto Presidencial pues ello violaba la Constitución de 1961 y según la Ley de Universidades vigente para época, estas tenían el carácter de Institutos Autónomos y por tanto solo podían crearse mediante Ley aprobada por el Congreso de la República.
¿Quiénes eran Pedro Duno y J.N. Núñez Tenorio? El primero había participado en la insurrección castro-comunista en Venezuela durante los tempranos años sesenta y el segundo un filósofo y teórico político, admirador de Corea del Norte, partidario de la entronización de la “hegemonía política de la vanguardia revolucionaria”, y para más señas, ambos fueron ideólogos del proyecto político chavista cuando se estructuró electoralmente entre 1997 y 1998.
En opinión del profesor Núñez Tenorio, “la llamada Universidad Simón Bolívar”, tal como la calificaba, no era más que una nueva maniobra de la “clase dominante” en contra de la universidad “popular y revolucionaria”, y la fórmula legal empleada para su creación contradecía el espíritu, propósito y razón de la Constitución y por paradójico que parezca, argumentaba Núñez Tenorio que “nada de lo actuado contra la Constitución puede producir efectos”.
Eran tiempos en que los voceros de la izquierda marxista venezolana se rasgaban las vestiduras en defensa de la autonomía universitaria y denunciaba a vox populi el empleo sistemático de la asfixia presupuestaria, la represión a la protesta y la burla del ordenamiento legal. Pues bien, ahora, cuarenta años después de aquel guión prerrevolucionario, detentan el poder, y no han hecho otra cosa que llevar a otro nivel las prácticas que otrora cuestionaban.
La fijación que hoy tienen contra la USB es por decir lo menos, criminal. Pues se valen de cualquier artilugio para lograr el objetivo que como hemos visto es de vieja data. A medida que los años forjaron la excelencia que emanaba de las aulas Uesebistas, el odio contra la USB se exacerbó, y el éxito en Venezuela es un valor agregado que los resentidos y frustrados no perdonan jamás.