El príncipe Carlos de Inglaterra se prepara para ser rey: ¿Por qué Camilla no sería reina consorte? (FOTOS)

El príncipe Carlos de Inglaterra se prepara para ser rey: ¿Por qué Camilla no sería reina consorte? (FOTOS)

El príncipe Carlos de Inglaterra (dcha) y su mujer, la duquesa Camila de Cornualles (izda) / Foto EFE/Mark Graham/Pool

 

La historia de Charles Philip Arthur George Mountbatten Windsor, que hoy cumple 71 años, podría reducirse a una larga sucesión de títulos de nobleza: Su Alteza Real el príncipe de Gales, príncipe y gran senescal de Escocia, duque de Cornualles y de Rothesay, conde de Chester y de Carrick, barón de Renfrew, y Señor de las Islas.

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Hijo de Philip, duque de Edimburgo, de la eterna reina Isabel II, ya de 90 años, y heredero de un trono que se remonta al 1377 (con ecos alemanes más antiguos: el medioevo), el príncipe Carlos será rey en dos casos: si la reina abdica a su favor, o si muere. Aun así, Carlos puede declinar la corona, y el rey será William, su primogénito e hijo de Diana Spencer.

Lo cierto es que Carlos se prepara para ser rey. Pero parece que esta vez será un rey sin reina consorte. Camilla Parker Bowles -su amante durante años, su esposa desde el 9 de abril de 2005- nunca llegará a ostentar el preciado título real.

De acuerdo con el diario británico Express, la Casa Real ya decidió que el título de la duquesa de Cornualles cambie a princesa consorte una vez que el príncipe Carlos ascienda al trono. De ser así, Camilla tendrá un título inventado, sin precedentes en la historia de la monarquía británica. Oficialmente, no habría una reina consorte en Inglaterra hasta el turno de Kate Middleton.

Hay que recordar que, para no ofender el recuerdo de la fallecida princesa Diana, Camilla no recibió el título de princesa de Gales después de su boda con Carlos de Inglaterra. Tras 30 años como amante del hijo mayor de la reina Isabel, tuvo que conformarse con el de duquesa de Cornualles. Por ese mismo motivo, la Casa Real aclaró en ese momento que la segunda esposa del príncipe Carlos no sería reina, algo que hasta hace poco detallaba en su página web la residencia oficial del heredero del trono, Clarence House.

 

Un príncipe gris

De escasa influencia en las reglas y misterios de Buckingham, Carlos se graduó en Artes (Trinity College), sirvió en la Royal Navy apenas cinco años, y ocupó su largo ocio en causas humanitarias desde The Prince´s Charities, fundado por él en 1976, la agricultura ecológica, el medio ambiente, el uso de las medicinas alternativas (en especial la siempre discutida homeopatía), y el cuidado de los edificios históricos.

No es mucho para un posible futuro rey que, en tal caso, elegirá ser Carlos III…, salvo las páginas oscuras de algunos biógrafos que, sin filtro, juran que “es maniático, envidioso, adicto al lujo, extravagante, y celoso de Kate Middleton, la mujer de su hijo William”.

Como leading case de su costado de gran derrochón, citan la increíble visita a la casa de campo de unos amigos, “a la que llegó acompañado por un enorme camión de mudanzas, y adentro, el contenido de su habitación y la de Camilla: su cama ortopédica, su ropa de cama, una radio, rollos de papel higiénico Kleenex, whiskys Laphroaig y Barrogill –éste, su propia marca–, agua mineral… ¡y hasta dos cuadros!”

También, entre su lista de rígidos hábitos, citan su rechazo a los teléfonos celulares –no usa–, la ropa lavada a máquina, los huevos hervidos durante cuatro exactos minutos, el amor por un par de zapatos a medida que compró ¡hace medio siglo!, manejar su propio auto, un Aston Martin de 1944…, y mago aficionado y fotógrafo fracasado.

La prensa sensacionalista, la de tamaño tabloid, no ahorra balas en sus adjetivos críticos. Acaso el peor es “anodino”. Hasta aquí, bien podría decirse que el álbum de su vida ha llegado al punto final. Nada más que decir…

 

Lady Di y la amante Camilla

La vida de Carlos cambia cuando entra en escena Diana Spencer, Lady Di…

Hija de los vizcondes de Althorp y nacida el primer día de julio de 1961, conoció a Carlos –más para mal que para bien– en plena adolescencia (16 años), mientras trabajaba como maestra jardinera en la escuela Young England de Knightsbridge y el príncipe tenía un escarceo romántico con Sarah, su hermana mayor.

Él, trece años mayor que Diana, apenas la vio una docena de veces antes del 24 de febrero de 1981, cuando la presentó a la reina como su prometida, poniendo en su dedo anular el célebre anillo de zafiro y diamantes que, muchos años después, su hijo William le daría a Kate Middleton.

Pero algo denso, peligroso, se agitaba detrás de ese telón de “cuento de hadas”. Se agitaba, amenazante, Camilla Parker Bowles: el único, ardiente y verdadero amor de Carlos a pesar de las rabietas de su madre, la reina, que la juzgaba “astuta y malvada”.

La historia de esa relación de acero, inconmovible, se remonta a 1971, cuando Diana tenía 10 años y Carlos, en sus días de estudiante de Artes, vivía su primer noviazgo. ¿Ella?: Lucía Santa Cruz, hija del embajador chileno en Londres, que luego de romper lazos con esa promisoria testa coronada le presenta a su amiga Camilla Shand Cubbit. Año: 1971. Lugar: un campo de polo. Y estocada a fondo de la dama:

–¿Sabías que tu tatarabuelo, el rey Eduardo VII, fue amante de Alice Kepper, mi bisabuela?

¡Fogonazo! En rigor, y más allá de todo avatar, quedaron unidos de por vida. Pero la presión de la reina fue insoportable: Camilla era católica, y Carlos, anglicano. Unión imposible ante ambos credos.

Los tironeos duran hasta 1973. Camilla se casa con el mayor Andrew Parker Bowles –tendrán dos hijos–, y Carlos se embarca: largo viaje en el buque insignia de la Royal Navy… “con más lágrimas que agua tiene el mar”, como habría escrito algún poetastro romanticón.

Pero nunca se olvidaron. Es verdad histórica, y con muchos testigos, que Carlos lloró el día de su boda con Diana, y no de emoción por el futuro: de dolor por su pasado con Camilla, que parecía esfumarse para siempre…

Según un periodista de la BBC muy amigo de Carlos, “nunca estuvo realmente enamorado de Diana. Me dijo que tal vez con el tiempo llegaría a quererla, pero…”.

La unión no tardó en enfriarse, más allá del nacimiento de William y Henry y las fotos oficiales de la sonriente familia. Se sabría mucho después que en la última etapa llegaron a tener apenas un encuentro sexual cada tres semanas…, y que Diana –según narró a la BBC muy poco antes de su muerte–, “oí una charla telefónica de Carlos, encerrado en el baño, con Camilla. Hablaron de sexo, y ella con palabras más atrevidas que las de él”.

Pero no fue lo peor. En la misma entrevista, Diana confesó que haría cualquier cosa para impedir que Carlos fuera rey. “No tiene fuerza ni vocación para el trono. El rey debe ser nuestro hijo William”.

Surgió también el sonado affaire de Diana con el mayor James Hewitt, su instructor de hípica: “Carlos lo sabía, y no le importaba”. Como conocía también el amorío de ella con un guardaespaldas (Mannakee), al punto en que casi huye con él. Buckingham lo despidió del servicio, y unos meses después murió en un accidente de ruta…, ante la incredulidad de la princesa, convencida de que lo asesinaron.

Desde la boda (1981) hasta el divorcio (1996), la vida de Carlos y Diana fue más una farsa que un matrimonio. Farsa signada por un evidente “cada uno por su lado” y por un alud de males que llevaron a Diana hasta el borde de la muerte…

Porque más allá de su glamour, su arte para vestirse, su aparente independencia de la Corona, sus giras solidarias y el claro amor de las clases populares de Londres, fue jaqueada por una bulimia casi permanente (vómitos y lavados de colon para despojarse de la comida), mareos, depresión profunda, intentos de suicidio y manía de persecución: “Estoy aquí, sentada ante mi mesa, deseando que alguien me abrace y me dé coraje para seguir fuerte y con la cabeza alta. Estoy en peligro. Mi marido planea un accidente en mi coche, una falla de los frenos o algo así, para tener el camino libre hacia Camilla” (Testimonio ante su biógrafo Andrew Morton).

Ese miedo –casi una certeza– lo instaló frente al millonario Mohamed Al Fayed, padre de Dodi, su última y no negada pareja, y aquél fue más allá: “Si la matan, será obra de su suegro, el duque de Edimburgo, ayudado por la Inteligencia británica”.

Su final, la tragedia en París, la fuga en un Mercedes Benz S280 reparado después de un accidente –los mecánicos aconsejaron convertirlo en chatarra–, el chofer del hotel Ritz (Henri Paul), que no hubiera pasado un examen de alcoholemia, estrellándose en el túnel del Puente del Alma a casi 200 por hora, y Lady Di y Dodi, su amante, despedazados…, fue incomprensible.¿Qué sentido tenía, entonces, huir como alucinados del hotel al departamento, si la relación no era un secreto y estaba registrada en imágenes insoslayables?

Diana Spencer tenía, al morir, apenas 36 años. Carlos y Camilla se casaron en 2005. Ella recibió el título de Duquesa de Cornualles.

 

Un rey sin reina y enojo con sus hijos

La decisión de que no haya reina consorte, parece ya un hecho. Sin embargo, la experta en temas de realeza, Victoria Arbiter, indicó a Express que probablemente Carlos no esté tan convencido con esta decisión, la que podría cambiar cuando asuma como rey de Inglaterra. Según Arbiter, es muy probable que el príncipe insista en que “su esposa adopte su título legítimo”, es decir, de reina consorte. Una decisión que no le gustará para nada a los seguidores de la fallecida Lady Di. “Cuando finalmente llegue el día, sospecho que el Príncipe insistirá en que su esposa adopte su legítimo título”, señaló.

El príncipe William, cuando Carlos se convierta en rey, será el nuevo duque, con Kate Middleton asumiendo el título de duquesa de Cornualles. La experta en nobleza de Debrett, Wendy Bosberry-Scott, explicó: “Este es un ducado real que tradicionalmente es sostenido por el hijo mayor del monarca reinante, por lo que probablemente será pasado a William y luego a George”. A la esposa del duque se le permite usar el título, pero no es suyo por derecho propio.

Sin embargo, cuando se promulgó la Ley de Sucesión de la Corona de 2013, transformó muchos aspectos de la familia real, incluido la herencia de títulos. Por ejemplo, la princesa Charlotte, de cuatro años, se convirtió en la primera niña real en adelantarse a su hermano menor en la línea de sucesión. Esto fue porque eliminó las viejas reglas de preferencia masculina.

También puede significar que el Reino Unido podría ver a su primera princesa de Gales por derecho propio, ya que George podría elegir entregar el título a su heredero, que podría ser una niña. Sin embargo, incluso si George otorga a una primogénita el título de princesa de Gales, tal como está la ley actualmente, no podría ser duquesa de Cornualles.

Esto se debe a que la ley que transformó los derechos de sucesión de la familia real no se aplica al ducado. El ducado, desde 1337, siempre ha pasado al hijo mayor del monarca. Lo que significa que si George no tiene hijos varones, no habrá duque de Cornualles. Si tuviera una hija mayor y un hijo menor, el título pasaría al heredero masculino.

Independientemente de su título, la heredera femenina de George aún heredaría los ingresos del Ducado de Cornualles. Según la Ley de Subvenciones Soberanas de 2011, los ingresos del Ducado de Cornualles pasarán al heredero al trono, independientemente de si es hombre o mujer.

Fuentes cercanas al heredero al trono aseguran, además, que Carlos está furioso por el hecho de que sus hijos hayan hecho públicas sus diferencias. William y Kate Middleton por un lado, y Harry y Mehgan markle por el otro, con sus peleas y enojos son las presas más codiciadas de la prensa amarilla británica.

El enfado de Carlos de Inglaterra surge especialmente por cómo pueden afectar esos comentarios a las labores que la familia real británica realiza, a sus tareas públicas. En concreto, según recoge el diario Daily Mail, Carlos está molesto porque todo ello “debilita por completo” y “arrasa totalmente con el trabajo que está haciendo”, especialmente en el extranjero.

Los tabloides británicos señalan que el primero en la línea de sucesión al trono está preocupado por su hijo menor y a su vez molesto porque siempre ha sido un firme apoyo de Harry y Meghan Markle, pero hay gestos de su nuera que no le gustan.

Carlos cumple sus 71 años entre e fuego cruzado de sus hijos, las tensiones de su camino hacia la coronación y la preocupación por el segundo plano al que querrían relegar a la mujer que siempre amó. Igual, en Palacio cantaron el happy birthday.

 

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