La Paz recuperaba lentamente la tranquilidad el viernes luego de que el Gobierno de transición comenzara a dialogar con la oposición para destrabar la aguda crisis política que sufre Bolivia.
Pese a que las calles de La Paz no mostraban escenas violentas, las escuelas siguen cerradas y el combustible sigue escaseando por interrupciones en el abastecimiento.
“Esta es una etapa de transición. Vamos a hacer los mayores esfuerzos por volver el país a la normalidad”, dijo a periodistas el viernes la presidenta provisional, Jeanine Áñez.
El jueves, el Gobierno inició conversaciones con legisladores del exmandatario Evo Morales, quien el domingo dejó el poder denunciando un golpe de Estado en su contra tras ser presionado por las Fuerzas Armadas. Actualmente está asilado en México.
Aunque las nuevas elecciones presidenciales aún no tienen fecha, ya adelantó que Morales no podría participar de ellas, ya que fue acusado de fraude en los comicios del 20 de octubre, en los que se impuso.
De todos modos, el principio de consenso logrado en el Congreso, donde se eligieron nuevas autoridades -opositoras y del oficialismo-, podría ser el primer paso para que el llamado a nuevas elecciones se concrete. Áñez dijo que deberían ser antes del 22 de enero.
La crisis se disparó luego de las denuncias de irregularidades en las elecciones de octubre, confirmadas el domingo por la Organización de los Estados Americanos (OEA), que desembocaron en la salida de Morales y en los posteriores enfrentamientos entre sus seguidores con sus detractores y las fuerzas de seguridad.
Aliados de Morales denunciaron una persecución política y excesos en la represión. Reuters