El filósofo y escritor Rafael Tomás Caldera admite que se ha producido una disolución del orden social en el país, que siguió a la muerte del Estado de derecho, a partir de 1999, lo que nos hizo volver al despotismo, a su juicio, no por cierto ilustrado.
Por Enrique Meléndez | LaRazon.net
“No hay modo de remediar ese ‘desmantelamiento’ con una forma de regir el país que busca la sumisión de la gente, su reducción a una lucha precaria por sobrevivir. Cualquier otro discurso, como los que alimenta el oficialismo, son eso: discursos que, por engañosos, pueden ser letales”, dice el académico y profesor de la UCAB y de la USB.
VOLVIMOS AL DESPOTISMO
¿Sigue siendo, a su juicio, Venezuela el país de las nulidades engreídas y de las eminencias grises, como se viene sosteniendo desde el siglo XIX?
-Hemos tenido —tenemos— equipos profesionales de alta calidad, como se ha demostrado en el país y hoy se demuestra fuera de nuestras fronteras. La investigación que propició la industria petrolera venezolana —por citar un ejemplo— sirve ahora en tierras del norte, en Canadá. El drama recurrente es la imitación indiscriminada, lo que podemos llamar una mentalidad colonial que, inspirada por lo que ve en la metrópoli (la metrópoli ha cambiado con los tiempos, de Madrid a París a Nueva York), descuida dar verdadera respuesta a lo que plantea nuestra realidad inmediata.
-Ello tiene particular importancia en el diseño institucional. La Constitución de 1961 ha sido quizá la mejor de nuestra historia republicana porque fue elaborada por gente de formación universitaria y, sobre todo, de verdadera experiencia política. De allí su acierto.
Lea más en LaRazon.net