Hace un año cuando tenían que celebrarse elecciones presidenciales, se insistió en mantener inhabilitados a los principales candidatos y junto a ellos a los partidos más importantes. Además, se hicieron unas elecciones con quienes quedaban, con unos ventajismos inaceptables, a tal punto que se impugnó todo el proceso: cadenas, puntos rojos, oferta de bonos con compra de votos, etc…
Ahora el régimen pretende volver al mismo esquema. No negociar con los factores mayoritarios, pero sí con quienes les conviene que participen, para legitimar unas elecciones parlamentarias y no presidenciales. La oposición no puede cometer el error de dividirse, que es a lo que juega el desgobierno. La unión haría posible una gran victoria. Pactar condiciones y garantías para que se respeten derechos fundamentales es legítimo. Bolívar y Pablo Morillo un año antes de la batalla de Carabobo negociaron para acabar con “La guerra a muerte”. Mientras tanto, los militares siguen siendo el fiel de la balanza, en la historia latinoamericana han actuado cuando sienten que un modelo se agotó, se viola la constitución, llega un líder que les dice más, reina la anarquía o no llegan con su salario a fin de mes. La situación es insostenible. La cuerda revienta por lo más delgado. Cifras del FMI pronostican una hiperinflación del 500 mil por ciento para el 2020. Las explosiones sociales de Chile, Bolivia, Ecuador, Haití y Colombia están a la vuelta de la esquina. Cuando por menos, se ven las barbas del vecino arder, es hora del cambio.
@OscarArnal