La economía está completamente distorsionada y para darse cuenta de eso no hace falta un postgrado en Harvard. Pasamos de años de controles e intervencionismo estatal a un drástico proceso de “liberalización”, que nadie hubiese imaginado hace un par de años. Hablo de liberalización entre comillas porque desde el régimen nadie ha salido a explicar de qué se trata todo esto. Todo lo contrario, parecieran haberse desaparecido para dejar que el mercado al que antes trataban de aplicar sus arcaicas reglas, haga su trabajo. Para que sean los comerciantes y empresarios que sobreviven a la debacle que no solo fijen los precios sino que implanten una dolarización de facto que lejos de ser criticada desde el poder es calificada de “positiva” por el propio usurpador de Miraflores.
Es que ni a los dogmáticos se les escucha ya. Aquellos que se decían defensores del “legado” de Chávez y que para quienes la reforma era “traición”, hoy guardan silencio sepulcral al ver que más del 50% de las transacciones comerciales en el país se realizan en la moneda americana yankee “mesma”. Se callaron o los callaron, nadie sabe, nadie supo. Lo cierto es que no se les escucha ni el susurro. Ni hablar de la llamada superintendencia de “precios justos”, la temible institución inquisidora que recorría mercados, centros comerciales y empresas bajando santamarias, confiscando mercancía y hasta metiendo presos gerentes. Eso se acabó y de la época donde aquí no se podía nombrar el dólar paralelo, pasamos a los tiempos del BlackFriday.
La burbuja en que se sumerge la economía venezolana acrecienta las ya marcadas diferencias entre la población que tiene acceso a dólares y quienes no. Las remesas se hacen cada vez más insuficientes para una familia que hace un año alcanzaba comer un mes con cien dólares y que hoy esos mismos cien dólares a duras penas le puedan durar un par de días. Se crean especies de castas y los privilegios se hacen cada vez más evidentes. En las zonas más maginalizadas crecen los execrados del socialismo y lo que se anuncia es un canibalismo social superior a los tiempos de mayor impunidad del chavismo.
El desastre que se llama madurismo constituye una catástrofe que debe ser detenida lo más pronto posible. Cualquier otra discusión no solo es accesoria sino que no representa las prioridades de la gente, que demás está decir, está hastiada de todo y de todos. Urge actuar lo antes posible y enderezar el rumbo. Que no nos hagan pensar que esta burbuja es permanente, es tan débil que en cualquier momento explota y está en nosotros evitar lo que podrían ser graves consecuencias para el país.
@BrianFincheltub