Para el régimen, el control de la Asamblea Nacional es un punto de honor porque con ello la darían el barniz de legitimidad a Maduro y lo sacarían de su aislamiento internacional y con ello consolidarían la dictadura. Con ese objetivo en mente primero se propusieron comprar diputados para tratar de fracturar la mayoría que obtuvimos en diciembre de 2015. No era esta una tarea fácil porque la contabilidad indicaba que debían hacer transacciones con más de veinte diputados y la erogación sería significativa y los resultados inciertos.
Ahora han mutado de estrategia. Con la activación de Tarek William Saab y Maikel Moreno pretenden allanar la inmunidad de diputados que actualmente no tienen suplentes y de aquellos cuyos suplentes ya fueron comprados. Las jugadas lucen coherentes para sus propósitos de conseguir con billetes verdes y el uso de los tribunales lo que los votos no le dieron. Recordemos que la primera acción del régimen fue eliminar tres diputados de Amazonas para quitarnos la mayoría calificada para posteriormente invocar la figura del desacato, que solo existe en la mente perturbada de los juristas al servicio de la dictadura.
En cualquier caso van a fracasar porque el 5 de enero de 2020, Juan Guaidó será ratificado como presidente de la Asamblea Nacional y de allí se abre de nuevo un período de lucha más intensa para rescatar algo sagrado: el derecho del pueblo venezolano a elegir un nuevo presidente mediante comicios transparentes y competitivos.