Caracas parece otra. Los días posteriores a la celebración de la Navidad muestran una cara distinta de la capital de la República frente al manicomio de la víspera, publica el diario 2001.
Las aglomeraciones parecen cuentos épicos y los espacios que tan solo 48 horas antes simulaban verdaderos manicomios, amanecieron los días 25 y 26 con una placidez inusitada.
El tráfico de ensueño. En pocos minutos los conductores lograban llegar a su destino y ni pensar en encontrarse con alguna tranca o embotellamiento. Sólo un accidente podría cortar ese “paraíso” en cuatro ruedas.
Como es tradición, los habitantes de la llamada “Sultana del Ávila” buscaron el “despeje” en parques, museos, paseos, bulevares y hasta en centros comerciales, donde la idea de comprar no era la meta, sino “estirar las piernas” y curiosear en las vidrieras.
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