¿Había pensado Usted que el Petro vendría con el mercado negro bajo el supuesto afirmado por el gobierno de ser dinero fiduciario? El Petro en realidad es otra cosa, más parecido a un SCAM, una estafa y solo dinero paralelo desmaterializado, es decir, digitalizado, veamos esos detalles en esta radiografía a su estructura de valor.
El Petro, un dinero paralelo diseñado para engañar a consumidores de bajos recursos y bolivarizados, los dolarizados no tienen utilidad de un dinero paralelo al Bolívar. De esta manera, el sistema de servidumbre tiene dinero falso y bajo control del Estado, un cuasidinero digitalizado, unidad de cuenta, ergo, no es dinero fiduciario.
De partida y por definición de su arquitectura digital, el Petro (que tiene un -supuesto- precio de 30 dólares) no se puede canjear por ninguna otra moneda, tampoco puede efectuar las tres principales características que definen al dinero, sea o no “cripto”.
De acuerdo con las reglas que controlan el cambio/canje/arbitraje del Petro, el Petro habiente -tenedor- vende una ilusión que el gobierno le vende como divisa o valuta, aquella moneda fiduciaria emitida por un país que la respalda por su poder económico, siguiendo la regla de abandono del Patrón Oro, en 1972, por los Estados Unidos.
Sin embargo, sus características principales como dinero, precautelativa, especulativa y transaccional no están entre las características del dinero digital y paralelo con el cual definimos al Petro; por lo tanto, el Petro no califica ni como valuta, ni divisa o dinero fiduciario. Pero, es un emisario político, lleva al público que lo demanda al servilismo del Estado, una señal acerca de su poder coercitivo que ejerce como dueño de una señal electrónica que trata de operar como dinero paralelo digitalizado.
De esta manera, el Estado expresa sin tapujos, en las buenas y en las malas, que el Petro es moneda digital porque el Estado lo impone. El usuario del Petro, que ahora lo utiliza como un “token” o ficha de cambio, sabe que circula electrónicamente bajo control de cambio y no es convertible, no es dinero fiduciario y es propiedad de un Estado.
Revisemos la teoría y política monetaria para aprender más del Petro y el dinero. Observemos el “core” (punto central) del concepto y eso que el Gobierno impone como dinero-divisa: el Petro.
Para calificar como dinero, fiduciario, de curso legal y paralelo, éste debe presentarse como unidad de cambio (transaccional) para adquirir bienes y servicios sin ninguna limitación, también debe poseer la capacidad de ser dispuesto por su propietario como instrumento financiero de ahorro, y por último debe estar disponible para actividades especulativas que representan, igualmente, mecanismos que lo hacen propietario de ese dinero paralelo y hacen que el dinero absolutamente sea convertible por otro dinero o instrumento financiero denominado en cualquier moneda.
Nada de eso posee o caracteriza al Petro, ergo, no es dinero, quizás con el mismo valor intrínseco de una “chapita” de una soda o una polarcita. El cripto-experto del Gobierno dice -y copio- “…los artículos que se pueden comprar con el Medio-Petro no son sólo alimentos y medicinas, también ropa, zapatos y electrodomésticos…” Esa otra restricción del Petro se puede extender a todo el diagrama distributivo de la oferta de bienes en el mercado, tanto por individuos como empresas, bajo acción de la propiedad privada.
Bajo esas condiciones de control de cambio impuesto desde su creación, como dinero paralelo, al no poder intercambiarse por otro dinero, como naturalmente caracteriza operaciones financieras en el mercado monetario en cuanto al dinero (paralelo y no paralelo), de curso legal, nos preguntamos: ¿qué tendría que hacer un agente económico para tener acceso al Petro?
Supongamos que ese sea su deseo, para obtener una cartera electrónica que le permita hacer transacciones (así como hemos afirmado anteriormente), operaciones transaccionales, ahorro incluyendo su carácter especulativo, el Petro disfruta de fuertes reglas cambiarias. Quien tiene un Petro tendrá que morir disfrazado de Petro, no podrá canjearlo en el mercado por dólares, euros, títulos, bonos, acciones; ergo, no es dinero “digitalizado”, es una “chapita” para un truque por empanadas.
Así, por ejemplo, ¿qué hará el comerciante con los precios que él dispone de bienes para venderle las cosas que necesita y que estan permitidas? ¿Tendrá ese comerciante incentivos e instituciones que le permitan hacer con el Petro lo que hace con otro dinero en circulación, por ejemplo, el Bolívar hiperinflacionado, ¿con su poder de compra destruido? ¿Dividirá su patrimonio en, digamos, una mitad dinero FIAT -dólares bolívares- y la otra mitad en Petros? Si así lo hace ese agente económico inmovilizará más de la mitad de su capital -incluyendo la parte de su patrimonio en Petro-, lo cual significa que la mitad(¡!) de su capital quedará inmovilizada por las reglas cambiarias establecidas en el Petro.
Recapitulemos; una moneda normal la definen tres cualidades: la transaccional, (comprar pan y vino), una segunda, precautelativa (ahorrar, hacer a ese dinero plenamente convertible a otra moneda, reserva internacional) y, una tercera, especulativa, que me permite subastarlo, venderlo, tirarlo al aire y ver si cae de “cara o sello”.
Como se puede ver, el Petro no es dinero contante y sonante, tampoco y mucho menos, fiduciario, por las mismas razones, está sujeto por definición a un férreo control del Estado, su propietario. Tampoco es dinero paralelo porque no ejecuta o no permite que se ejecuten todas las funciones del dinero fiduciario, o FIAT. Entonces, propongamos llamarlo, con exactitud: “DINERO PARALELO” (no Cripto-dinero), sino dinero digitalizado, de circulación restringida, bajo control de cambio.
La reacción del público ha sido de inmediata desconfianza -como todo lo que se siente y proviene del gobierno- a tal grado, que ni a nivel internacional ni nacional se registran en los centros de las cripto-monedas, operaciones y transacciones. El gobierno, en autos de esas limitaciones, ha buscado convertirlo en dinero paralelo digitalizado y en unidad de cuenta como lo propone el segundo decreto al respecto.
En otras palabras, el Petro está sujeto a una regulación que inhibe su cambio, ergo, está bajo control de cambio y, ello, es evidente. El gobierno teme que si lo habilita a cambiarse se devaluará -como dinero paralelo- de inmediato detrás del Bolívar, su pariente principal.
En un largo artículo que publiqué por estos lados y por otros, de los cinco que he escrito sobre el Petro adelanté sus características: un dinero paralelo restringido, no cripto, pero si digitalizado. Por cierto, el Petro no podrá ser cripto-dinero porque su transacción en el mercado abierto está prohibida y si no se comporta como base monetaria que circula en efectivo y digitalizado, no es fiduciario o no es dinero FIAT, como lo es toda moneda impresa y acuñada por un Estado.
Debo acotar que tampoco es “Cripto”, entre otros razones porque está en poder y propiedad del Estado. Acotamos firmemente: sólo es cripto-dinero si ese dinero es privado. En este caso es propiedad del Estado con la pretensión de ser divisa sustitutiva de otras divisas (euro, dólar, yen, etc.) y por ello no es cripto-dinero, entre otras tantas características que hemos discutido en esta nota. Recordemos que la condición de privado es sencilla y se entiende como aquello que dice: “hoy es mío y mañana es tuyo” y, en el intercambio, hubo bienes valorados por ambas partes en un cierto punto de equilibrio, que define la relación de precio entre esas dos dineros: el dinero paralelo al Bolívar, perteneciendo al gobierno.
Finalmente, una acotación a algo que el gobierno ha dejado de reflejar en su propaganda acerca del Petro es aquello relacionado con las reservas. Recordemos que el supuesto respaldo al Petro provenía del petróleo y el oro, más otras cosas; no sabemos que lo sea del narcotráfico, pero, dudamos al respecto y esperamos una negativa del gobierno inmediatamente a esta acotación de un posible respaldo del “narcobusiness” al Petro.
En lo que respecta al petróleo como supuesto respaldo, queda afirmar que nadie “con un dedo de frente” creerá que una moneda paralela en propiedad del Estado venezolano, en realidad, estará en el mismo entorno que ha llevado al Bolívar a devaluarse perdiendo más de 123 ceros. Todos sabemos que el bolivar se depreció en un 99% porque el petroleo cayó dos millones de barriles diarios de producción.
Respecto del oro, éste está en manos de bandas criminales que son agentes económicos asociados con hombres del gobierno, civiles y militares. Y, hay muchos indios muertos porque los truhanes del oro llegaron a depredar sus tierras en búsqueda del oro con los más contaminantes y depredadores sistemas de extracción y refinación primaria.
Con todos estos elementos, el Petro luce y se comporta como una estafa, el engaño lo divulgó al país el superintendente de cripto-monedas, quien destacó, esta semana, que el Petro es un experimento -y así lo creo un experimento de ingeniera social- que quiere crear una mecanismo de pago, unidad de cuenta, sin poseer valor intrínseco. Cualquier tribunal internacional, con este argumento monetario que expongo y desarrollo puede declarar el desaguisado del Petro como una estafa del gobierno, digo, entre otras de tantas estafas.
Por ello habrá mercado negro para el Petro, quien tenga Petros podrá ir al mercado negro a vender con descuento, al portador, y recibir menos dólares de los que muestra el decreto. La devaluación llegará, a raudales, junto con la hiperinflación, lo cual causará un segundo colapso financiero a las finanzas públicas y al Banco Central de Venezuela. Así habrá hiperinflación bolivariana y Petro-inflación.
Definimos al Petro como dinero paralelo no trasferible y bajo control de cambio, como una estafa realizada por el poder coercitivo del Estado armado hasta los dientes… para obligar al ciudadano de menores recursos que será destino de pagos con Petro por parte del gobierno, particularmente salarios y otros pagos no salariales. Nuestro próximo artículo en referencia al Petro, el concepto central detrás del dinero, digital o no digitalizado, “Petro no posee valor intrínseco”.