Luis Alberto Buttó: ¿Burla o ignorancia?

Luis Alberto Buttó: ¿Burla o ignorancia?

Luis Alberto Buttó @luisbutto3

 

A veces, no se logra descifrar si obran como resultado de la ignorancia absoluta que, recurrentemente, luce como su signo más característico o si actúan movidos por un deseo cruelmente enfermizo de burlarse de la gente pues, al fin y al cabo, cebados como están en el disfrute de vergonzosos placeres que les regocijan más porque se sienten privilegiados en un mundo plagado de carencias, el sufrimiento de los demás les importa menos que la circunstancia de que el día sea más o menos caluroso. Lo cierto del caso es que hay momentos y acciones donde el refranero popular, como siempre, pone el dedo en la llaga: el que tiene la barriga llena se olvida del que no come y las barrigas suelen crecer en el poder.

¿Burla o ignorancia? Cualquiera de las opciones es igual a la otra cuando se dice que incrementar el salario mínimo lleva como objetivo recuperar el poder adquisitivo. 250.000 bolívares divididos entre treinta días son iguales a 8.333 bolívares, decimales más, decimales menos. Piénsese por un instante que en cualquier rincón del territorio nacional una simple empanada no cuesta menos de 80.000 bolívares (obviamente, ya aumentará). Así las cosas, con este nuevo salario mínimo, al final de una jornada completa, el trabajador ganará lo suficiente para comprar 10% de esa empanada, fritanga que, completa, aporta menos de 20% de las calorías requeridas en promedio por un ser humano diariamente. O sea, trabajar todo un día para mantenerse sumido en hambre atroz. Por supuesto, el asunto no termina allí, pues hay que sumarle el monto del bono de alimentación (lo de cesta ticket socialista es imposible pronunciarlo) que llega a 6.666 bolívares diarios. ¡Albricias! El resultante permitirá adquirir 18% de la dicha empanada. Que vayan preparando las señoras que las venden el instrumento de precisión para cortar los pedacitos correspondientes.





¿Burla o ignorancia? Ambas opciones son valederas cuando en el discurso que acompaña la decisión del “aumento” se recuerda que el mentando salario mínimo integral se cancela en moneda de curso legal. Seguramente, quien así se expresa, utiliza alguna especie de gafas correctoras de la realidad que le evitan la molestia de mirar los letreros puestos en cualquier vidriera, los cuales sirven para anunciar que los precios de hasta el más minúsculo caramelo están tasados en dólares. Obviamente, quien hizo copia y pega de otro documento para la verborrea introductoria del anuncio de incremento tampoco se pasea por el abasto de la cuadra y escucha las expresiones propias del hambre dolarizada que es hoy la cruda realidad del venezolano derrotado que, al acercarse al mostrador, sin ni siquiera perder el tiempo en molestarse en el inútil ejercicio de preguntar a cuánto están recibiendo la divisa norteamericana, se limita, con la resignación que genera el cansancio de años de maltrato y privación, a pedir “dame un dólar de queso rallado”, o “dame un dólar de mortadela”.

¿Burla o ignorancia? La opción A es equivalente a la opción B en la medida en que, en este caso concreto, el contexto es exactamente el mismo por cuanto la retórica hipócrita recurre a expresiones como “máxima felicidad”, “justa distribución de la riqueza”, “trabajo digno, estable y de calidad”, vacías todas ellas de traducción operativa alguna. Habría que convocar a los especialistas en análisis del discurso para que nos adviertan que aquí lo que procede es estudiar más al significante y olvidarse del significado. Quizás, así, los mortales con bolsillos llenos de nada podríamos entender la carga macabra que arrastra tras de sí el habla plagada de cinismo socialistoide.

¿Burla o ignorancia? Da lo mismo: el desprecio por el trabajador no tiene límites.

@luisbutto3