Madrid recibió con honores de jefe de estado a Juan Guaidó en una jornada que nadie olvidará. Ni los cientos de miles de venezolanos que forman “la diáspora” en España, ni los líderes de “la madre patria” a un lado o al otro del espectro político. Los primeros, porque decenas de miles de ellos llenaron la Puerta del Sol de emoción para escuchar a su presidente. Y los segundos, porque unos lo recibieron con honores y otros, o se hicieron 1.760 kilómetros por toda España, o soltaron toda su bronca en las redes sociales contra quien no piensa como ellos…
Por Alberto D. Prieto / elespanol.com
“Esa coalición pasará, es momentánea, España es más grande”, repetían los líderes opositores al “dictador Nicolás Maduro” cuando se les preguntaba por sus sensaciones. Pero lo cierto es que les dolía ver cómo sólo los representantes de la mitad de España recibían a Guaidó, un presidente encargado que fue reconocido por más de 50 países hace un año… todos después de que lo hiciera Pedro Sánchez.
Pero Pedro Sánchez no estaba este sábado. Se había subido a un helicóptero para recorrer las zonas más afectadas en el sureste del país por la borrasca Gloria. Primero Murcia, luego Alicante, después Teruel… y finalmente, de esmoquin a Málaga, a la gala de los Goya.
La agenda oficial de Sánchez, publicada en la web de la Moncloa, recogía sus visitas del día. EL ESPAÑOL ha calculado el kilometraje del presidente, de ruta por España, mientras Juan Guaidó aterrizaba en Madrid y era recibido por Pablo Casado, y luego por la enviada de Moncloa, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya. Después, una charla con José María Aznar, la entrega de la Llave de oro de la ciudad -agasajo que sólo se hace a jefes de estado- por parte del alcalde, José Luis Martínez Almeida, y luego el baño de masas -“¡libertad, libertad!”- y la firma en el Libro de honor de la Comunidad de Madrid.
Pedro Sánchez salió de buena mañana de la Moncloa y se llegó hasta San Javier (Murcia), 450 kilómetros. Sobrevoló la zona y se fue para Peñiscola (Castellón), otros 394 km. De ahí, tras supervisar los destrozos, a Benicarló, sólo 7 kilómetros en la misma provincia. Ya por la tarde, se desplazó hasta Cantavieja (Teruel), recorriendo otros 108 kilómetros… y de ahí, hasta Málaga, para vestirse de esmoquin y pajarita en la gala de los premios del cine, otros 801 kilómetros entre pecho y espalda.
A saber si entre la localidad turolense y la capital malagueña -también afectada por el temporal, todo hay que decirlo- el presidente se llegó a Moncloa, para darse un refrigerio y cambiarse de ropa. Pero el caso es que no hizo hueco en su apretada agenda para demostrar con un gesto que es cierto lo que dijo a la prensa, que su Gobierno está con un “pueblo hermano” para “ayudar a la sociedad venezolana a encontrar, por la vía democrática, una solución a esta crisis”.
En su lugar, estuvo González Laya, que también tuvo un día agitado, amanecido en las Canarias, donde advirtió a Marruecos de que España no aceptará su cambio de fronteras marítimas, y a la hora de comer ya estaba de vuelta en Madrid para reunirse con el presidente encargado de Venezuela.
Sánchez prefirió quedarse lejos para defender a su mano derecha, José Luis Ábalos, envuelto en la polémica de su encuentro clandestino con otra venezolana, la número dos del régimen chavista, Delcy Rodríguez. “Hizo todo lo que pudo para evitar una crisis diplomática”, dijo el presidente de su más fiel escudero, “y lo logró”. Aunque lo cierto es que el Ejecutivo está metido en un buen lío por saltarse los reglamentos de sanciones de la Unión Europea, que indican que Rodríguez no sólo no debió aterrizar ni verse con Ábalos, sino que no podía siquiera sobrevolar nuestro espacio aéreo.
“Ya saben ustedes”, explicaba Guaidó en rueda de prensa, “que la dictadura nos impidió organizar y comunicar la gira europea como hubiéramos deseado, y no hemos podido cuadrar agendas con el presidente Sánchez”. Una gran excusa para salvar a su homólogo español. ¿Homólogo? No para los socios de coalición de Sánchez -“golpista” es lo más suave que le han llamado desde Podemos-. “No hemos coincidido en Madrid, pero seguro que sí coincidimos en el deseo de libertad y democracia para mi pueblo”.
Y se fue a reunirse con quienes sí habían venido de toda España para verlo. A la Puerta del Sol, a prometerles que “pronto habrá una Venezuela libre”.