Un joven artista venezolano ha transformado una plaza abandonada en la capital del país con un mosaico enorme y vibrante hecho de tapas de botellas.
Por Fabiola Sánchez | The Associated Press
Traducción libre del inglés por lapatilla.com
Cuatro enormes guacamayos, brillantes girasoles e imágenes del parque nacional El Ávila se exhibían desde el muro de 43 metros de largo en El Hatillo.
El artista Oscar Olivares, de 23 años, trabajó con el grupo ambiental local OkoSpiri y el Movimiento en Arquitectura para el Futuro para recolectar unas 200 mil botellas de los residentes locales en un esfuerzo por reforzar la conciencia ambiental en un momento en que la crisis económica del país ha llevado a la gente a usar los espacios verdes como vertederos.
Las tapas, dejadas en sus colores originales, dan forma a los pájaros, las flores y las ramas de un araguaney, el árbol nacional.
El proyecto encabezado por María Daniela Velasco, fundadora de OkoSpiri, costó dos mil dólares e involucró a una docena de personas que trabajan con Olivares.
Ella dijo que era una forma de “protesta pasiva contra el consumo indiscriminado, exacerbada por este tipo de material, como el plástico”, que, señaló, ha contaminado muchos de los ecosistemas de la tierra. La pequeña plaza en El Hatillo había estado decayendo durante años, convirtiéndose en un vertedero de basura antes de la creación del mural y los esfuerzos de restauración por parte de las autoridades locales.
“Esta plaza fue abandonada y sin vida”, dijo la periodista local Mariana Martínez, de 25 años. “Con este mural, se recuperó la vitalidad del lugar y se rescató un espacio comunitario”.
“Para mí, este trabajo representa la esperanza de un país que queremos reconstruir, incluso a través de tapas de botellas de plástico recicladas”, dijo.