La diputada ante la Asamblea Nacional, Manuela Bolívar se pronunció en rechazo a la impunidad entorno a los casos de violencia de genero y derechos humanos, vinculado al caso de Mathías Enrique Salazar Moure conocido como “El Monstruo de Maracay”, quien mantuvo en cautivero durante más de 31 años a una mujer que desea ser identificada como “Morella” para permanecer en el anonimato.
lapatilla.com
La Subcomisión de Mujer e Igualdad de Género exigió a las autoridades que este “monstruo” permanezca privado de libertad quien ademas se presume es el victimario de varias mujeres.
Bolívar explicó que “Este hombre cometió delito, debe estar privado de libertad. Aquí la violencia de ningún tipo debe permitirse. Lo que se requiere hoy es la investigación necesaria. Las demás mujeres de este edificio están corriendo peligro”.
“Hoy se requiere del Estado venezolano que no hay, esos mecanismos que permitan protección a las mujeres que están siendo sometidas a violencia. El caso del Monstruo de Aragua tiene a toda la sociedad en estupefacta. Fueron 32 años los que sometió a tortura a Morella”, fustigó la parlamentaria.
Para la diputada Manuela Bolívar, “Estamos en presencia de alguien que ha violado Derechos Humanos durante más de 30 años, sometiendo a una mujer a esclavitud sexual”.
“El Monstruo de Aragua”
Según la información revelada por la Asamblea Nacional, Morella logró escapar de las garras Mathías Salazar, quien la mantuvo 32 años cautiva, abusando sexualmente y torturandola. Mathias además mantenía secuestradas dos mujeres más .
Salazar la trasladó cuatro veces a domicilios diferentes a lo largo de esos 32 años. Cada vez que escuchaba que los habitantes del sector comentaba al respecto, la movía. Era un secreto voces entre los vecinos.
“Morella” pasó más de la mitad de su vida encerrada y aterrorizada, con una dieta a base de arroz, huevos y lenteja. Hoy presenta un cuadro de desnutrición complejo, y lucha a diario contra los traumas y secuelas del secuestro.
“Morella” logró escapar gracias a unas llaves que Mathías olvidó en la casa, y lo primero que hizo fue dirigirse al Instituto de La Mujer y contar su historia ante dos funcionarias, no le creyeron. Fue gracias a otra trabajadora de la institución que la escuchó y la ayudó.