Por qué leer es mejor que ver Netflix antes de dormir, según la ciencia

Por qué leer es mejor que ver Netflix antes de dormir, según la ciencia

La luz azul de las pantallas suprime la producción de la melatonina, lo que retrasa el inicio del sueño (Shutterstock)

 

Tener a un click del control remoto la serie favorita de moda completa con sus 10 o más capítulos. O ver una película nueva que al mismo tiempo está en la cartelera del cine. Eso y muchas cosas más ofrece Netflix y otras plataformas digitales de moda, que hoy están alterando el correcto descanso de millones de personas en todo el mundo.

Por Infobae

Durante los últimos años y a medida que la tecnología se desarrolló optimizando artículos electrónicos como celulares inteligentes, tabletas, notebooks, y hasta televisores conectados a Internet, en paralelo, distintos estudios científicos han demostrado que uno de los mayores impedimentos para tener una buena noche de sueño es mirar televisión o alguna otra pantalla antes de acostarse.

Ahora, nuevos estudios científicos avalan que además de lo negativo que es la exposición a pantallas antes de dormir, la prolongada permanencia de ver una película o un capítulo de una serie o varios, también atenta contra el buen sueño y descanso para estar óptimos al otro día.

“Una noche de sueño perdida es una experiencia bastante común para los jóvenes, los nuevos padres y todo tipo de adultos ocupados. Y aunque a veces es porque te estás divirtiendo o pasando un momento relajado y otras veces es porque debes (un bebé despierto), el resultado final de una noche de insomnio es el mismo: tu cuerpo ha sido privado de un elemento esencial componente para la buena salud y energía”, aseguran expertos de la Fundación Nacional del Sueño (NSF, por sus siglas en inglés), una organización benéfica sin fines de lucro de EEUU, referente del buen descanso.

Según datos que publica la entidad, es recomendable que los adultos duerman entre siete y nueve horas de sueño por noche, pero la realidad dista mucho de lo correcto: casi el 30 por ciento duerme menos de seis horas, y algunos ocasionalmente pierden una noche por completo, lo que resulta en una acumulación lenta de deudas de sueño que pueden afectar su apariencia, su sistema inmunológico, e incluso la forma en que funciona tu cerebro.

“Su cuerpo necesita tiempo para cambiar al modo de suspensión. Para algunas personas, usar un dispositivo electrónico como una computadora portátil puede dificultar conciliar el sueño, porque el tipo particular de luz que emana de las pantallas de estos dispositivos se está activando el cerebro”, agregan los profesionales de la NSF.

La falta de sueño representa uno de los problemas más habituales en las personas. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el 40% de la población duerme mal. Lo cierto es que dormir menos horas de lo recomendado impacta de manera directa en el cuerpo y conlleva trastornos fisiológicos y psíquicos, como el estrés o la ansiedad, y es muy negativo en el rendimiento al día siguiente.

Los trastornos del sueño son cambios en el modo de dormir. Estos pueden afectar el estado de salud general, la seguridad y la calidad de vida de las personas. La falta de sueño, además, puede afectar la capacidad para conducir de manera segura y aumentar el riesgo de padecer otros problemas de salud.

“En la actualidad se calcula que el 40 por ciento de la población mundial duerme mal. Si bien esto no quiere decir que todos tengan un trastorno severo del sueño, sí tienen alguno de sus ingredientes. A modo de ejemplo, un trastorno puede ser no poder dormir de entrada o bien despertarse en la mitad del sueño y no poder volver a dormir”, explica Stela Estelles, médica neuróloga y Jefa del Servicio de Neurofisiología de INEBA.

“A medida que pasan los años el sueño cambia, va disminuyendo, se hace superficial. En los niños el insomnio está dado en gran parte por el uso de la tecnología y hay otros que en su ADN ya tienen ciertas características de fragilidad del sueño. En este último caso, lo que debemos hacer es enseñarle a los niños a dormir”, agregó.

Se sabe que la melatonina es la encargada de promover el estado del sueño. Al mirar una serie completa en alguna pantalla, el cerebro envía corrientes de luz potentes, un mensaje contradictorio, que disminuye la secreción de la hormona y, por ende, reduce el cansancio.

El doctor Alejandro Andersson, médico neurólogo, director médico del Instituto de Neurología de Buenos Aires, explicó: “El tipo de radiación lumínica que emiten, producen dos fenómenos de trascendencia para los ritmos de sueño. Por un lado, afectan su período natural de sueño, reduciéndolo a niveles de peligro. Por otro, agregan un factor distorsivo, pues la luz del monitor en ese momento atrasa nuestro reloj biológico”.

En el reloj biológico parece residir la clave en la conciliación del sueño: “Nos invita a dormir para que no fallezcamos y nos anima a despertarnos al cabo de un tiempo apropiado para el organismo”, señaló Andersson, quien también detalló que las consecuencias de su manipulación pueden ser terribles: “Si se altera, afecta también a los patrones de alimentación, a la actividad cerebral y a la regeneración celular. Modificarlo no provoca simples ojeras; una distorsión grave y prolongada de este ritmo puede conducir a obesidad, diabetes e, incluso, cáncer”.

La recomendación del especialista -no podría ser otra- es evitar el brillo de las pantallas minutos antes de ir a dormir. Su brillo provoca confusión y consiguientes dificultades en el descanso. También aconsejó: “Es importante contar en el dormitorio con una luz más cálida porque afecta menos a la producción de esta sustancia y, a medida que avancen las horas, el cuerpo irá pidiendo descansar”.

En los tiempos que corren, resulta inevitable estar expuestos a iluminación artificial. Sin embargo, de acuerdo al neurólogo, en cuestiones de luz, el color importa. “Si normalmente cerramos los ojos a las 23, permanecer expuesto a luz azul puede hacer que resulte imposible conciliar el sueño hasta pasadas las 2 de la madrugada”, advirtió.

Distintos estudios efectuados muestran que la forma más perjudicial de afectar los patrones de sueño de los niños es tener un televisor en su habitación. Esa misma lógica se aplica a la edad adulta, aunque puede ser más difícil practicar el autocontrol que a los padres sacar las pantallas de las habitaciones de sus hijos. A menudo, los días y las noches pueden estar tan llenos que el único momento para ver una película o serie es justo antes de acostarse.

Frente a esto, la National Sleep Foundation recomienda leer como “una actividad relajante” antes de acostarse. Sin embargo, recomienda no leer en un Kindle u otro lector electrónico: “encuentre un libro real, de esta manera, todavía se puede disfrutar de la estimulación de seguir una historia antes de acostarse sin ser interrumpido por la luz azul. Además, la lectura impresa todavía tiene efectos sorprendentes”.

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