En la primera década del presente siglo hablar de presos políticos era un tema embarazoso, Escarrá, el difunto, afianzó la noción de “políticos presos” en contraposición a esa realidad que se negaba inclusive desde la oposición, donde figuras connotadas aseguraban que el difunto presidente Chávez no los tuvo, denigrando, por ejemplo, de los Policías Metropolitanos, que para la fecha incierta de su muerte (a) sumaban 10 años purgando una pena abusiva y (b) tenían 6 años pudiendo optar a Fórmulas alternativas del cumplimiento de la pena que les han negado hasta el día de hoy.
El Fiscal Danilo Anderson, en abril de 2005, despertó a los Policías Metropolitanos del engaño en que los mantuvieron desde que se presentaron dos años atrás en su comando general, ferozmente ejerció la acción penal contra ellos, no tenía otra opción, la “orden de arriba” era imputarles cargos falsos, lo hizo sin miramientos, motivaciones de esa vil tarea pudiesen ubicarse en actuaciones del cuerpo policial 13 años antes, en una retrospección vívida de la maledicencia subyacente en su cruel reclusión.
Quienes han permanecido durante 17 años de injusta prisión al lado de esos funcionarios policiales, afrontando excesos a lo largo de un lapso similar al que necesitamos para tener la mayoría de edad, guardan experiencias de vida con diversos significados:
“Significa mi vida entera, mi mundo.
Significa 17 años de aprendizaje,
Significa 17 años de sacrificios,
Significa 17 años de desesperación y angustia,
Significa 17 años de impotencia,
¡Significa 17 años de dedicación y entrega total y radical, porque todo gira en torno a él, a su salud, a su alimentación, a su sentir, a sus necesidades humanas!”
Este es el sentir de Laura Pérez de Molina, esposa de Luis Molina, Distinguido de la extinta Policía Metropolitana condenado a 30 años de prisión por un homicidio que le imputaron falsamente; sus palabras refieren hechos con una carga emotiva inaudita en una familia violentada por la iniquidad.
“Nuestras dos niñas nacieron con enfermedades congénitas, y durante el proceso médico operatorio de ambas, me tocó estar sola, sin su presencia, y al mes de recuperación de cada una de ellas yo estaba en Ramo Verde llevándole a sus hijas, para que les diera ese afecto y amor y me diera a mí ese abrazo de compañía y de cabeza de familia que necesitábamos en su momento, es decir, nos necesitamos como la familia que somos, pero que no podemos compartirlo de manera normal, sino con un gran sacrificio total y absolutamente innecesario e injusto porque ¡son inocentes y tienen que estar en libertad!”
En el relato de Laura la armonía familiar se distingue entre atropellos y humillaciones sin justificación alguna para inferir recto proceder en sus victimarios, evocando circunstancias sin sentido aparente:
“No existen explicaciones para tanta barbarie y ensañamiento contra seres humanos. Jamás existirán explicaciones para todas las violaciones de derechos humanos de las cuales hemos sido objeto durante estos eternos 17 años, tanto para ellos, mi esposo y sus compañeros de causa, como para sus familias, esposas e hijos, madres, hermanos.
Quizás en la lógica inentendible del gobierno las tengan, para nosotros como seres humanos de la mano y camino de Dios no tiene ningún fin tanto daño hecho a nuestra familia, de la cual mis dos niñas, Katherine de 18 años y Lismar de 7, son las más afectadas en toda esta situación.
Son 17 larguísimos años de humillaciones que jamás pensamos poder vivir ni sobrellevar porque mi esposo no es un criminal -subrayó- y sus compañeros de causa tampoco.”
En línea con las apreciaciones de la esposa de Luis Molina, él vive una “injusta privativa de libertad”, efecto de la impunidad y las graves violaciones de derechos humanos derivadas de la misma.
“Hablar de 17 años de prisión… wow… me quedaría corta al hablarte de impunidad, la “Juez” avalada por el TSJ está cometiendo en nuestra contra una gravísima violación a nuestros derechos humanos, comenzando por las imputaciones pasando por el juicio más largo de la historia venezolana, y creo que mundial también, obviamente la extrema y exagerada sentencia, desde el 2007 les corresponde lo que por derecho legal el mismo gobierno les impuso que son las Fórmulas Alternativas del Cumplimiento de la Pena y les han negado ese Derecho en reiteradas oportunidades.
De manera que no cabe duda alguna, es un hecho, desde todo punto de vista es una total e injusta privativa de libertad el mantener todavía presos a estos 4 Funcionarios de la extinta y honorable Policía Metropolitana.”
La voz de Laura se quiebra cuando le preguntamos por el proyecto de vida de ella y su esposo, de su familia.
“Me haces llorar otra vez..! Esa pregunta me pega en el alma, Nuestro proyecto de vida, pues de una familia normal, común, criar y ver crecer juntos en nuestro hogar a nuestros hijos con amor, valores morales y civiles para que sean hombres y mujeres de bien, pues, guerreros como lo somos nosotros. Pero nos truncaron abruptamente ese y tantos otros sueños…”
Cuando pisotean la inocencia, tal como sucedió con Luis Molina, la vida es importunada caprichosamente volviéndola azarosa, es la conclusión que sugirió Laura al concluir la primera parte de la entrevista que nos concedió.
“Siempre nos dicen en la calle: “Por lo menos lo tienes vivo y lo puedes visitar” y sí, de cierta forma tienen razón. Gracias a Dios están vivos, pero no saben lo difícil que es sobrevivir a ello porque están vivos pero son Inocentes pagando una culpa que no es suya, que es culpa de un simple capricho del difunto Hugo Chávez, por un mal gobierno que no le da la gana de admitir que están equivocados en su actuar, en su manejo de un gran país como lo es Venezuela.”