La inflación y el alto costo de la vida también impacta a las universidades privadas y es que los estudiantes se siente acorralados porque las cuotas son impagables y varían de acuerdo a cada fecha de corte.
Por María B. Jordán | LA PRENSA de Lara
Una cuota mensual en la Universidad Fermín Toro pisa los 2 millones 592 mil bolívares, mientras que en la Yacambú la modalidad de cobro es por unidad crédito valorada en 984 mil bolívares pero cada materia tiene tres unidades de crédito, es decir, cada asignatura cuesta 2 millones 952 mil bolívares. Inscribir tres materias, que es el mínimo exigido por la universidad, equivale a Bs. 8 millones 856 mil. Todos esos montos están sujetos a cambio en base a la inflación y a la cotización del dólar.
María González, estudiante de la Yacambú, explicó que el aumento de matrícula se detiene para quien cancele su cuota en dólares.
“El aumento es desproporcionado. Si tuvieran conciencia al calcular los costos sería más fácil estudiar” manifestó Emily Bitar, quien agregó que muchos jóvenes abandonan la carrera porque se ven ahorcados y no pueden seguir pagando.
Estos precios obligan a los jóvenes a alternar su educación con un trabajo, otros más favorecidos, reciben ayuda de familiares que están en el extranjero. Sin embargo, el sacrificio de mantener su formación académica generalmente lo cumplen quienes están en la recta final de su carrera pues quienes están en los primeros semestres evalúan entre continuar o abandonar porque las fuentes de ingresos no dan la base para cancelar la cuota.
Sin beneficios
Los estudiantes de la Fermín Toro y Yacambú se quejan de las matrículas porque son elevados para los servicios que ofrecen adicional a sus estudios. Atribuyen que en esas casas de estudio las aulas en su mayoría no cuentan con aires acondiciones y tienen que ver clases como si estuviesen en un horno.
“No tenemos cafetín, no sirven las alcabalas” dijo Francisco Fernández estudiante de la Fermín Toro, quien aseguró que no cuentan ni siquiera con un transporte que los deje en algún punto estratégico, caso contrario a la Yacambú que tiene el servicio pero solo dos o tres veces al día.
En la Fermín el tercer y cuarto piso están clausurados e incluso los techos están deteriorados, mientras que en la Yacambú no cuentan con agua por tubería. “Tenemos que bajar los inodoros con tobitos” dijo la estudiante María González.
A eso se le suma que el turno de la noche fue eliminado en ambas universidades, en su mayoría ven clases virtuales y si no están al día con los pagos pueden ser bloqueados en la página.