Casi una década después de que su página web WikiLeaks enfureciera a Washington por la filtración de documentos secretos de Estados Unidos, un tribunal de Londres comenzará las audiencias el lunes para decidir si Julian Assange debe ser extraditado a EEUU.
Un héroe para sus admiradores, que dicen que ha expuesto los abusos de poder, Assange es considerado por los críticos como un enemigo peligroso del Estado que ha socavado la seguridad de Occidente. Él asegura que la extradición esta motivada políticamente por los que se avergüenzan de sus revelaciones.
Este hombre de 48 años de edad es perseguido por Estados Unidos por 18 cargos penales y acusado de conspirar para piratear ordenadores del Gobierno y violar una ley de espionaje, por lo que podría pasar décadas en prisión si es condenado.
Ahora, unos 10 meses después de que fuera sacado de la embajada ecuatoriana en Londres, donde había estado encerrado durante siete años, la jueza Vanessa Baraitser escuchará los argumentos de por qué debe o no debe ser enviado a Estados Unidos.
Jennifer Robinson, abogada de Assange, afirma que su caso podría conducir a la criminalización de actividades cruciales para los periodistas de investigación y que su trabajo ha arrojado una luz sin precedentes sobre la forma en que Estados Unidos llevó a cabo sus guerras en Iraq y Afganistán.
“Estamos hablando de asesinato colateral, prueba de crímenes de guerra”, dijo. “Son un recurso excepcional para aquellos de nosotros que buscamos hacer que los Gobiernos rindan cuentas de los abusos”.
WikiLeaks enfureció a Washington al publicar cientos de miles de cables diplomáticos secretos de Estados Unidos que dejaban al descubierto las valoraciones críticas de Estados Unidos sobre los líderes mundiales, desde el presidente ruso Vladimir Putin hasta los miembros de la familia real saudí.
Assange llegó a las portadas de la prensa internacional en 2010 cuando WikiLeaks publicó un vídeo militar estadounidense clasificado que mostraba un ataque de 2007 de helicópteros Apache en Bagdad en el que murieron una docena de personas, incluidos dos miembros del personal de noticias de Reuters.
Reuters