El número de muertos causados en Brasil por la pandemia de la COVID-19 llegó este viernes a 92, con un total de 3.417 casos confirmados después de que el pasado 26 de febrero se detectó al primer contagiado, informaron las autoridades sanitarias.
Estos datos suponen otros 15 fallecimientos y 502 nuevos casos en las últimas 24 horas, con lo que se mantiene una tendencia creciente que ha comenzado a dispararse esta semana pero que, según calcula el propio Ministerio de Salud, se acelerará en las próximas semanas.
En una rueda de prensa, las autoridades de ese despacho situaron la tasa de letalidad del patógeno en el país en un 2,7 % al día de hoy, aunque aclararon que ese dato irá variando a diario.
Según explicó el director de Vigilancia en Salud del Ministerio, Wanderson de Oliveira, el 65 % de los fallecidos eran hombres, el resto mujeres, y 76 de los pacientes que perdieron la vida tenían más de 60 años de edad, por lo que estaban entre los llamados grupos de riesgo.
La situación más grave se mantiene en el estado de Sao Paulo, el más rico y poblado del país, con unos 46 millones de habitantes y en el que hasta este viernes se han detectado 1.223 casos y 68 muertos.
El estado de Río de Janeiro, el tercero más populoso del país con unas 17 millones de personas, sigue en la lista, con un total de 10 fallecidos y 493 casos confirmados.
El coronavirus acabó por llegar esta semana a todas las regiones de Brasil, que tiene unos 210 millones de habitantes y unas redes sanitarias públicas que, según ha advertido el propio Ministerio de Salud, pueden entrar “en colapso” durante el mes de abril, cuando se prevé que comenzará la fase “crítica” de la pandemia.
En ese sentido, De Oliveira explicó que aún no ha comenzado en Brasil lo que se conoce como “período de estacionalidad”, en el que el virus se instala con más fuerza, por lo que insistió en que el país debe prepararse para el período “más difícil”.
En muchos estados y municipios del país, las autoridades locales ya han adoptado, con mayor o menor énfasis, diversas medidas para restringir a mínimos la circulación de personas y, con eso, las actividades económicas, lo que ha sido criticado abiertamente por el presidente del país, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
Según el mandatario, que ha llegado a comparar al coronavirus con una “gripecita” o una “lluvia que va a pasar”, esas medidas harán aún más duro el impacto económico de la pandemia, que ya ha llevado al Gobierno a reducir las perspectivas de crecimiento, que en enero pasado apuntaban a un 2,6 % para 2020.
En la última revisión, las previsiones para este año cayeron a apenas un 0,02 % de crecimiento, aunque en el propio Gobierno ya se admite que habrá otras revisiones a la baja y en el sector privado circulan estudios que proyectan una severa recesión.
EFE