Más de 700.000 casos declarados oficialmente en el mundo de coronavirus

Más de 700.000 casos declarados oficialmente en el mundo de coronavirus

Los paramédicos que usan mascarillas protectoras llevan a un paciente a una ambulancia en Lewisham, mientras continúa la propagación de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), Londres, Gran Bretaña, 30 de marzo de 2020. REUTERS / Hannah McKay

 

Moscú y Lagos se sumaron el lunes a los más de 3.000 millones de personas encerradas en sus casas para intentar frenar la propagación del nuevo coronavirus, una pandemia que tiene más de 700.000 infectados en el mundo y que Donald Trump ya no se toma a la ligera.

Esta obligación de confinarse para luchar contra la epidemia, que ya dejó más de 33.000 muertos, entre ellos un bebé de menos de un año, es difícil de respetar en numerosos países de África y América Latina.





“¡Quédense en casa!”. En Venezuela, la consigna repetida incesantemente en la televisión estatal choca con la realidad del país, donde 60% de los 30 millones de habitantes se enfrentan a la escasez de agua, según la ONU.

Así, en un barrio popular de Caracas, se podían ver unas 200 personas esperando en la calle para llenar sus bidones de agua… en una boca de incendios.

En Estados Unidos, se registraron 140.000 casos de contagio, de los más de 700.000 declarados en el mundo. El presidente Donald Trump, hace unos días todavía reticente en estimar la envergadura de la epidemia, ha cambiado totalmente de estrategia.

“Potencialmente 2,2 millones de personas” habrían podido morir de la COVID-19 si “no hubiéramos hecho nada”, reconoció el mandatario el domingo.

Según estimaciones de su asesor sobre la pandemia, el doctor Anthony Fauci, con quien parece que ahora se entiende mejor, el nuevo coronavirus podría provocar “entre 100.000 y 200.000” muertes en la primera potencia mundial, frente a las casi 2.400 actuales.

– “Como leprosos” –

Sin embargo, por ahora, Europa, donde se concentran dos tercios de las víctimas mortales, sigue siendo el continente más afectado.

En Moscú, donde los que no respeten las medidas de cuarentena pueden ser castigados a hasta cinco años de cárcel desde el 8 de marzo, el alcalde Serguéi Sobyanin ordenó el confinamiento total.

A partir de este lunes, los 12,5 millones de moscovitas solo podrán salir de casa por una emergencia médica, para ir al trabajo en caso de ser necesario, al supermercado o la farmacia.

En España, segundo país con más fallecimientos por la COVID-19 después de Italia, se registraron 812 nuevas muertes en las últimas 24 horas, un número algo menor luego de haber alcanzado la víspera la cifra récord de 838.

Ante esta situación alarmante, el gobierno español endureció el confinamiento impuesto el 14 de marzo y a partir de este lunes y por dos semanas se detendrán todas las actividades no esenciales.

Italia, que con casi 11.000 decesos es el país con más fallecimientos, mostraba una tímida desaceleración del avance del letal virus.

“En todos los departamentos de emergencia ha habido una reducción” en la llegada de pacientes, declaró Giulio Gallera, jefe de salud en la región de Lombardía, al norte del país, la más afectada.

En la vecina Francia (más de 2.600 muertos), las escasez de material está haciendo mella en los hospitales y las autoridades encargaron 1.000 millones de máscaras, sobre todo a China.

Como sucede en otros países, como en India, en Francia se está haciendo notar una creciente discriminación hacia el personal sanitario, que se ha convertido en blanco de sospechas y hasta de acoso por vecinos y pacientes que temen contraer la COVID-19.

“Estamos poniendo nuestras vidas en peligro para ayudar a los demás y ahora nos tratan como a leprosos”, se lamenta Lucille, una enfermera del sureste de París, a quien le llegó una carta anónima instándola a hacer las compras fuera de la ciudad y a dejar de pasear a su perro.

Con más de 1.200 muertos y unos 20.000 casos confirmados, la epidemia también se acelera en Reino Unido, cuyas autoridades advirtieron el domingo que el país podría tardar seis meses o más en volver a la vida normal a causa de la pandemia.

– Esperando llegar al pico –

En Nueva York, los bancos de alimentos están recibiendo flujos de nuevas personas que se encuentran de repente sin recursos.

En el famoso Central Park, se está levantando un hospital de campaña para tratar a 68 personas que, según las autoridades, estará operativo rápidamente.

El presidente Trump declaró el domingo que “el pico en la tasa de mortalidad probablemente ocurrirá en dos semanas”.

En América Latina, donde se han registrado 338 muertes y 14.462 personas, varios países anunciaron el prolongamiento de las medidas de confinamiento.

Argentina extendió el aislamiento social obligatorio hasta el 12 de abril y Guatemala también prolongó hasta esa fecha el toque de queda parcial en vigor.

En El Salvador, las restricciones de desplazamiento y de reunión estarán vigentes hasta el 13 de abril.

Este lunes, dos cruceros con cuatro muertos y varios afectados por COVID-19, cruzaron el Canal de Panamá con rumbo incierto después de ser rechazados en varios puertos ante la expansión del coronavirus.

– Morir de hambre –

En África, las autoridades de Nigeria, el país más poblado del continente, decretaron el confinamiento total en Lagos, megalópolis de 20 millones de habitantes, y en la capital Abuya, a partir de este lunes por la noche.

Hasta la fecha, esta inmensa nación registró casi un centenar de casos, pero esta cifra podría dispararse rápidamente, advirtió el jueves el ministro de la Información, Lai Mohammed.

Las medidas de confinamiento suscitan mucha incomprensión e indignación en África subsahariana, donde gran parte de la población vive con menos de dos dólares al día y depende de la economía alternativa para sobrevivir.

En Zimbabue, golpeado por dos décadas de crisis económica y financiera, el confinamiento de tres semanas a partir del lunes promete ser particularmente doloroso para sus 16 millones de habitantes.

“Pocas personas pueden pagar una comida diaria en tiempos normales”, dijo un residente de la capital, Prince Gwanza. “Me temo que las personas morirán de hambre cuando estén aisladas en casa”. AFP