1 LA CUARENTENA
En este encierro voluntario decidí observar con más ahínco los medios internacionales buscando notas, ejemplos, errores, cubrimientos noticiosos, aciertos y otro sinfín de hechos o acciones que valdría la pena compartir. Son tantas las fake news y los “sermones sin fuente cierta o comprobable”, l@s pitonis@s después de la pandemia y otros ejemplares que quieren sacar provecho del aciago momento global.
Cada día hay temas increíbles. Comenzando con los 50 sacerdotes italianos que fallecieron por el contagio de sus feligreses a los que asistieron, consolaron o dieron los sacramentos cumpliendo con su misión de vida. Por eso, el virus los cazó. Porque su vida estaba inmersa en la de sus comunidades, y es probable que algunos de ellos se infectaran, sin darse cuenta o conscientes del peligro mortal, para ofrecer la extremaunción a un enfermo o simplemente atenderle en sus necesidades. Por ejemplo, confesarle. Tan cierta esta última misión que desde hace 4 días los sacerdotes católicos o los pastores protestantes y de otros credos en Estados Unidos están confesando desde la ventana de sus automóviles estacionados al lado del vehículo del confesado en los parkings de sus iglesias.
Leo en la web vidanuevadigital.com estas líneas: “La misión del sacerdote es una elección vital total, que nunca termina: los sacerdotes nunca se jubilan. El primer deber de un sacerdote es precisamente el de ayudar a morir con esperanza, tal vez liberarse de la culpa y de las cargas que un ser humano puede llevar consigo la mayor parte de su vida. El dolor que todos sentimos al ver que tantas personas enfermas mueren solas, sin consuelo espiritual, incluso ahora sin funerales (en Italia y España los incineran y sepultan sin que haya ni siquiera un miembro de su familia presente -y si acaso le entregan las cenizas dependiendo de la autoridad presente) deja en claro cuán importante es la presencia de un sacerdote al final para la persona moribunda, y también cómo los sacramentos y los rituales ayudan”.
A diario están creciendo en la web los portales de los médicos, enfermeras, bomberos, policías y personal auxiliar- como serían los de limpieza o reparto de encomiendas- quejándose de la falta de apoyo de sus empleadores en cuanto la requerida y obligada protección que se merecen en tiempos normales y mucho más en emergencias como la COVID-19. Ya son varios los médicos y enfermeras con el virus en al menos una decena de países. Los más contagiados son los de la llamada “primera respuesta”. Los primeros que atienden y se acercan a los enfermos antes de estar en cuarentena. No hay que hacer un ejercicio de imaginación para predecir qué pasaría en Venezuela donde ya, desde hace al menos 6 años, la salud y la medicina vienen ocupando los peores puestos en las diferentes encuestas que se hacen en el país. Literalmente: “Que Dios nos agarre confesados”. Muy duro y cierto.
2 ¿ITALIA E IRÁN CON TANTO COVID-19?
El coronavirus que se originó en Wuhan, China, se ha extendido por 126 países, ha infectado a mas de 565.000 personas en 199 países y territorios y es responsable de más de 25.000 muertes a partir del 15 de marzo. China lideró el mundo hasta hace unos días en número de casos y muertes confirmados y solo hace 48 horas fue superada por los Estados Unidos en ambos renglones. Lo que mucha gente encuentra impactante es que Italia e Irán son el tercer y sexto país más afectados en este brote.
Según cualquier medida de sentido común, ambos países deberían tener un número mucho menor de casos confirmados y muertes porque están geográficamente lejos del epicentro del brote. Para entender este fenómeno, que hoy tiene a todo el globo terráqueo en ascuas y preocupaciones, comparto el artículo de la escritora Helen Raleighs (@HRaleighspeaks) en The Federalist.com. Ella es una inmigrante china que es “fellow” en políticas de inmigración del Centennial Institute de Colorado y que viene estudiando y haciendo seguimiento al tema “China” desde hace unas décadas:
Así es como funciona: China y el país X acuerdan hacer un proyecto de infraestructura en el país X. El país X tiene que pedir prestado a un banco chino para financiar el proyecto. Siempre se otorga un contrato a las empresas chinas, que luego llevan suministros y empleados chinos al país X para construir el proyecto. Claramente, el país que más se beneficia de esta iniciativa es China. El OBOR proporciona nuevos mercados y una demanda constante de los bienes y servicios de China, crea oportunidades de empleo para los trabajadores chinos y le da a China acceso a lugares estratégicamente importantes y recursos naturales. El verdadero objetivo de Beijing es aprovechar su nuevo poder financiero para expandir en gran medida su influencia geopolítica, así como su base económica y militar desde Asia hasta Europa y África.
Si bien esta iniciativa ha funcionado para los intereses estratégicos de China, no ha hecho lo mismo para los países participantes. Al menos ocho países que firmaron la iniciativa OBOR están tan en deuda con los chinos que tuvieron que entregar sus activos estratégicos a China para compensar su deuda. A pesar de estos preocupantes precedentes, los líderes tanto en Italia como en Irán se inscribieron ansiosamente en OBOR en 2019, con la esperanza de que la capital roja de la China comunista rescatara a sus naciones de los problemas económicos. Ahora están pagando un alto precio por ello.
Lo que ha sucedido en Italia
La economía de Italia ha estado luchando durante dos décadas. Ha visto tres recesiones en 10 años. Su tasa de desempleo era del 10.3 por ciento, y su tasa de desempleo juvenil era del 33 por ciento a partir de 2018. Según Marco Annunziata de Forbes, el nivel de vida en Italia hoy es más o menos el mismo que hace 20 años porque ha habido muy poco crecimiento. Los problemas económicos de Italia son causados por el envejecimiento de las industrias, las regulaciones ruinosas (especialmente sus leyes laborales demasiado rígidas), un sistema bancario ineficiente, altos niveles de corrupción y la agitación política constante.
De 1946 a 2016, Italia tuvo 65 gobiernos. No importaba quién estaba a cargo, carecía de determinación para implementar reformas estructurales serias y desregulación para impulsar la economía.
En cambio, cada uno de los 65 gobiernos esperaba poder salir de un desastre económico. La carga de la deuda de Italia como porcentaje de la actividad económica anual medida por el PIB está en 132 por ciento a partir de 2018, la segunda más alta en la UE, solo un poco mejor que Grecia.