En aeropuertos semi-desiertos por la cancelación de miles de vuelos debido a la pandemia de coronavirus, los pocos pilotos y azafatas que permanecen en sus puestos temen que –aún con todas las medidas de precaución– estén poniendo en riesgo su salud y el bienestar económico de sus familias.
Los pilotos, azafatas y demás personal de atención al cliente figuran entre los trabajadores que no tienen opciones de “teletrabajo”, pero su presencia en las cabinas y el contacto con el público aumentan su riesgo de contraer el coronavirus.
“Es difícil el distanciamiento social cuando compartes una estrecha cabina con tu copiloto, pero tenemos que trabajar porque tenemos familias. Espero que esto pase pronto”, dijo a Noticias Telemundo un piloto de Delta Airlines en Nueva York, que pidió el anonimato por temor a represalias.
“¿Has visto las noticias? Tenemos pilotos ya enfermos… el miedo no es imaginario”, enfatizó.
El piloto llevaba cuatro días lejos de su hogar y dijo que, al igual que el resto de la población neoyorquina, también afronta obligaciones familiares en medio de una cuarentena.
Es decir, también los pilotos y azafatas arrastran el dilema de ir a trabajar y arriesgar el contagio con el coronavirus, o quedarse en casa y perder el sustento de sus familias.
Este mismo miércoles, el presidente Donald Trump dijo que sopesa prohibir vuelos domésticos entre las zonas con mayor focos de brote de coronavirus, aunque le preocupa el impacto de la eventual medida en la atribulada industria de aviación.
Menos del 7% los pilotos comerciales son de origen hispano, según estadísticas federales. Las aerolíneas se han comprometido a mantener la nómina para recibir ayudas dentro del tercer plan de estímulo económico.
Volar no es un placer
La incertidumbre de cuándo regresará la normalidad, en medio de recorte de horas y salarios, “es lo que más duele, esa espera, el no saber”, explicó en un blog un piloto comercial que se identificó con el pseudónimo de Charlie Page.
“Los viajes solían liberar mi mente; ahora me preocupan, por el temor de que pueda contagiar a alguien sin saberlo, o quedar varado lejos de mi familia”, agregó Page, quien ha sufrido recortes en sus rutas transatlánticas semanales.
Según Page, lo primero que hace al entrar a la cabina es limpiar y desinfectar con alcohol todos los controles y palancas; se lava con frecuencia las manos, y asegura la limpieza frecuente de los baños y demás áreas de alto tráfico.
Los vuelos en tiempos del coronavirus también suponen otro reto para la tripulación si un pasajero se enferma a casi 37,000 pies de altura porque, con las restricciones de vuelo anunciadas por el presidente, Donald Trump, ahora hay menos aeropuertos en los que puedan aterrizar.
En su página en Facebook, miembros de la Asociación de Esposas de Pilotos comparten la ansiedad que les produce la pandemia.
Kimberly Anne, esposa de un piloto comercial de UPS, dijo que ella le ayuda a empacar toallitas y desinfectante antes de cada vuelo y, cuando regresa a casa, ambos practican aislamiento voluntario para evitar el contagio con el coronavirus.
“No podemos hacer nada si la persona cerca de él en la cabina lo tiene. Lentamente he tenido que aceptar que no puedo controlar esto”, dijo.
Es el mismo temor que comparten los trabajadores en las torres de control, y los agentes de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA, por su sigla en inglés).
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