“El confinamiento duro de verdad no es el nuestro sino el de nuestros vecinos de abajo”, dice José María “Chema” Cebrián, un arquitecto español, de 43 años, que vive en un décimo piso del barrio de Huerta del Rey de Valladolid, donde cumple cuarentena con su esposa, Irene Gervas, y con sus hijos. Todos con coronavirus.?
Por clarin.com
Decir “sus hijos” es hablar, en cifras, de un equipo de fútbol. A ver quién se anima a memorizarlos: Carmen, de 15 años; Fernando, que cumplió 14; Luis, de 12; Juan Pablo, de 11; los mellizos Miguel y Manuel, de 10; Alvaro, de 8; Irene, de 5; Alicia, de 4; Helena, de 3, y José María, que tiene 1 año.
El Covid-19 entró sin pedir permiso al departamento de 170 metros cuadrados y cuatro habitaciones donde viven los Cebrián Gervas y se hizo un festín: “Irene, mi esposa, es enfermera y unos días antes del 14 de marzo, que fue cuando el gobierno anunció el estado de alarma y el confinamiento, comenzó a sentirse mal. Tenía mucho dolor de cabeza y muscular.
Pensamos que era por el nerviosismo que se vivía en esos días, cuando los niños empezaban a quedarse sin escuela”, cuenta a Clarín Chema, que aun conserva la tos seca que no lo dejó dormir ni respirar bien durante días.
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