El monóxido de nitrógeno (también llamado óxido nítrico) es un gas que ha salvado las vidas de miles de bebés nacidos con una malformación cardíaca que los priva de oxígeno. Pero la “molécula del año” 1992, según Science, es famosa por algo diferente: su capacidad para relajar los vasos sanguíneos dio origen a la droga más famosa del mundo, el viagra.
Por Infobae
Hoy el monóxido de nitrógeno parecería no querer perder el protagónico: en la crisis global del COVID-19, su papel en el sistema cardiovascular podría ayudar a reducir la cantidad de pacientes que necesitan terapia intensiva y acaso también podría ser una protección para los trabajadores de la salud. Este gas incoloro e inodoro se prueba actualmente en hospitales de Massachusetts, Florida, Alabama, Louisiana, Suecia y Austria en personas que presentan síntomas leves o moderados causados por el nuevo coronavirus, para que no lleguen a una instancia más grave.
Los pacientes inhalan este gas en altas dosis, mediante una máscara, durante 30 minutos dos o tres veces al día, mientras que el grupo de control inhala un placebo, explicó a Los Angeles Times Lorenzo Berra, especialista de cuidados intensivos del Hospital General de Massachusetts. “En Italia, donde se usó en condiciones más caóticas, este tratamiento pareció aumentar dramáticamente los niveles de oxígeno en la sangre de los pacientes con COVID-19”, añadió. Ahora el estudio intentará, además de hacer observaciones rigurosas, establecer una dosis recomendable.
Por otro lado, espera autorización un segundo estudio, también en el Hospital General de Massachusetts, que intentaría comprobar si inhalar monóxido de nitrógeno durante 10 o 15 minutos antes de comenzar la jornada de trabajo podría proteger a médicos y enfermeros que tienen un riesgo de infección más alto que el resto de las personas.
Al ingresar a los pulmones, el óxido nítrico ayuda a relajar y abrir las arterias y los vasos sanguíneos, lo cual aumenta la cantidad de oxígeno. Por esa capacidad de oxigenar la sangre, este gas es una terapia de emergencia que se puede emplear cuando alguien está conectado a un respirador. De manera adicional, reduce el esfuerzo del corazón obligado a un bombeo más intenso porque no logra los niveles de oxígeno necesarios.
Unos 60 billones de células en las paredes de los vasos sanguíneos se encargan de la generación, natural, del monóxido de nitrógeno, con ayuda de algunas células cerebrales. Pero a veces es necesaria una dosis complementaria. La inflamación, el enfisema o la fibrosis quística hacen que, desde los grandes vasos hasta los pequeños capilares en los pulmones, se contraigan. Si la persona que sufre alguna de esas condiciones inhala este gas, todas esas estructuras del sistema circulatorio se relajan y facilitan el trabajo del corazón.
Además de asistir a los cuerpos de los recién nacidos para que luego puedan producir óxido nítrico por sí mismos, las terapias con este gas ayudan a los adultos con hipertensión pulmonar, dilatando localmente los vasos sanguíneos, sin afectar los demás, y se emplea de manera profiláctica luego de las cirugías del corazón, para prevenir el endurecimiento de los pulmones. “Es una droga bastante destacable”, dijo Berra. “Tiene un perfil de riesgo mínimo”.
Y desde que en 2004 los investigadores de la Universidad de Leuven, en Bélgica, descubrieron que también mata a algunos coronavirus, el monóxido de nitrógeno sumó otra virtud a su larga lista. En aquel momento se estudió en el coronavirus causante del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-1). “La historia terminó ahí”, recordó Berra. El SARS se controló en ocho meses “y nadie volvió a estudiar” la terapia con este gas. Pero a él le quedó el dato en su memoria residual, y a comienzos de 2020, cuando el SARS-CoV-2 comenzó a expandirse por el mundo, volvió a leer aquellos estudios.
A continuación “habló con las empresas que suministran monóxido de nitrógeno en tanques y preparó su plan”, sintetizó el periódico de Los Angeles. Ahora realiza un ensayo sobre 240 pacientes con casos suaves y moderados de COVID-19, y espera hacer el segundo trabajo sobre 470 trabajadores de la salud.
Dado que, en altas dosis, como proponen los estudios del Hospital General de Massachusetts, el gas puede causar metahemoglobinemia (una enfermedad por la cual la hemoglobina concentra demasiado hierro, lo cual reduce la capacidad de los glóbulos rojos para liberar oxígeno en los tejidos), se vigilarán atentamente los niveles de hemoglobina. En caso de problemas, basta con reducir la dosis de óxido nítrico para que la hemoglobina recupere la normalidad.
También el neumonólogo Roger Álvarez, del Sistema de Salud de la Universidad de Miami (UM), emplea en pacientes de COVID-19 esta “terapia de emergencia” que permite “la oxigenación y desinfección de los pulmones”, según dijo a EFE. Lo hace mediante un dispositivo de óxido nítrico inhalado llamado INOpulse (iNO), desarrollado por Bellerophon Therapeutics, que además de ser portátil evita el monitoreo de toxicidad ya que no suministra el gas continuamente sino “en pequeños pulsos, cada vez que el paciente lo necesita”.
Por último, en China un estudio explora directamente el viagra como potencial tratamiento para combatir el nuevo coronavirus. El experimento se realiza en personas infectadas que presentan síntomas pero no necesitan asistencia respiratoria. Dado que el sildenafil —nombre genérico de la famosa pastilla azul— dilata los vasos sanguíneos, los científicos chinos quieren comprobar si ayuda a abrir los de los pulmones para que los pacientes superen el trastorno de respiración que causa el COVID-19.