En una situación ideal e imaginaria, y ante el surgimiento de un nuevo virus que emerge en China, el país asiático logra identificar rápidamente el patógeno, cierra sus fronteras, lanza una campaña sin precedentes para erradicar el virus y se asegura de que muy pocos casos abandonen el país. Los países vecinos que notifican casos positivos, como Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur, identifican rápidamente a las personas infectadas, rastrean a las personas con las que han contactado, aíslan a los portadores del virus y contienen su propagación. A través de esta estrategia triple: prueba, rastreo y aislamiento, la erradicación es exitosa y la humanidad se salva de caer en una pandemia.
Por infobae.com
Pero en la realidad, tenemos la aparición del Sars-CoV-2, el nuevo coronavirus que escapó de las intervenciones de salud pública del gobierno chino y se extendió por todo el mundo. Mientras los gobiernos buscaron respuestas tempranas desde el desconocimiento de qué patógeno se trataba, el virus se extendió silenciosamente por las comunidades, infectando a muchas personas y hospitalizando a algunas.
El virus es notablemente peligroso: se propaga tan fácilmente como un resfriado o gripe, incluso a través de personas que no tienen ningún síntoma visible, y según los últimos datos muestran que aproximadamente el 5% de las personas infectadas requerirán hospitalización. Entre ellos, el 30% será admitido en una unidad de terapia intensiva. Se estima que un 0.6-1.4% de los que contraen el virus morirán.
Hoy, el mundo ahora tiene 1,5 millones de casos confirmados de coronavirus. Estados Unidos, que ahora tiene más de 400.000 casos y se acerca a 13.000 muertes, superando a todos los países en número de contagios, inclusive a China, donde ha habido aproximadamente 82.000 casos y 3.000 muertes. La mitad de todos los casos confirmados se encuentran ahora en Europa, el epicentro del brote. Y los países de bajos y medianos ingresos están a solo unas semanas de retraso.
La profesora Devi Sridhar, presidente de Salud Pública Mundial en la Universidad de Edimburgo, explicó que “todavía no sabemos qué porcentaje de la población mundial ya ha estado expuesto al virus. Sin una prueba de anticuerpos confiable que pueda identificar si alguien se ha contagiado y es probable que sea inmune, no está claro cuántas personas lo portan pero no muestran síntomas”.
Y agregó: “Según lo que aprendí de los modelos publicados y las respuestas de otros países al virus, hay cuatro escenarios posibles de cómo podría terminar esto”.
Escenario 1: un gran acuerdo mundial
Todos los gobiernos se deberían unir para acordar un plan de erradicación que dependa de un diagnóstico rápido y económico en el punto de atención. Todos los países cerrarían simultáneamente sus fronteras durante un período de tiempo acordado y organizarían una campaña agresiva para identificar a los portadores del virus y prevenir la transmisión.
“Este enfoque parece poco probable, ya que el virus se ha propagado agresivamente y algunos países han sido reticentes a cooperar entre sí. Pero podría volverse más realista por tres razones: las terapias antivirales utilizadas para prevenir o tratar los síntomas de Covid-19 pueden ser deficientes; una vacuna puede tardar décadas en producirse; y la inmunidad solo puede ser a corto plazo, dando como resultado, múltiples oleadas de infección, incluso dentro de los mismos individuos. Nueva Zelanda está intentando actualmente una versión de este enfoque; el país cerró sus fronteras, impuso un bloqueo y está implementando pruebas comunitarias para erradicar el virus”, comentó la experta sanitaria.
Escenario 2: esperando la vacuna
Un segundo escenario, que parece moderadamente más probable, es que los primeros ensayos de vacunas sean prometedores. Mientras esperan la vacuna, los países intentarán retrasar la propagación del virus en los próximos 12-18 meses a través de bloqueos intermitentes. Las autoridades sanitarias tendrían que fijar, con tres semanas de anticipación, si hay suficientes camas, ventiladores y personal para tratar a los infectados. Sobre esta base, los gobiernos podrían decidir si deben relajarse o aumentar las medidas de cuarentena.
“Pero este escenario está lejos de ser ideal. Los sistemas de salud seguirían siendo frágiles, y los costos económicos y sociales del encierro son altos. Los bloqueos repetidos podrían conducir al desempleo masivo, a un aumento de la pobreza infantil y al descontento social generalizado. En los países más pobres, más personas podrían morir por el bloqueo que por el virus en sí mismo: de desnutrición, enfermedades prevenibles por vacunación o deshidratación por el acceso limitado al agua limpia”, afirmó Sridhar.
Escenario 3: copiar a Corea del Sur
Un tercer escenario aún más probable es que los países sigan el ejemplo de Corea del Sur mientras esperan una vacuna: aumentar las pruebas para identificar a todos los portadores del virus, rastrear a las personas con las que se han contactado y ponerlas en cuarentena por hasta tres semanas.
“Esto implicaría una planificación a gran escala, el rápido desarrollo de una aplicación de rastreo de contactos y miles de voluntarios para ayudar con la limpieza, el procesamiento de resultados y el monitoreo de la cuarentena. Se podrían aplicar medidas de distanciamiento físico más relajadas para prevenir la propagación del virus y aliviar la presión sobre los sistemas de salud”, indicó la especialista.
Escenario 4: manejo de síntomas
En ausencia de una vacuna viable en el futuro previsible, un escenario final podría involucrar el manejo de Covid-19 tratando sus síntomas en lugar de su causa. Los trabajadores de la salud podrían administrar terapias antivirales que eviten que los pacientes se deterioren hasta el punto en que necesiten cuidados intensivos, o evitar que mueran cuando alcanzan una fase crítica. Una solución aún mejor sería utilizar la terapia profiláctica para prevenir la aparición de Covid-19, en combinación con pruebas de diagnóstico rápido para identificar a las personas infectadas. En países con los recursos, esto podría ser sostenible, pero para los países más pobres este enfoque sería difícil, si no imposible.
“No hay una solución fácil. Los próximos meses incluirán un frágil acto de equilibrio entre los intereses de la salud pública, la sociedad y la economía, con gobiernos más dependientes entre sí que nunca. Si bien la mitad de la batalla estará en desarrollar las herramientas para tratar el virus (una vacuna, terapias antivirales y pruebas de diagnóstico rápido), la otra mitad estará fabricando suficientes dosis, distribuyéndolas de manera justa y equitativa, y asegurando que lleguen a las personas de todo el mundo”, concluyó Sridhar.