Un año después del incendio que afectó a la Catedral de Notre-Dame, los trabajos de rescate y reconstrucción llevan meses de retraso debido a cantidades masivas de plomo tóxico, tormentas invernales y ahora la pandemia de coronavirus.
Un supuesto cortocircuito eléctrico o una colilla de un cigarro al anochecer encendieron una chispa el 15 de abril y desataron un infierno en el ático de la catedral.
Las llamas atravesaron el techo de marcos de roble y consumieron su aguja mientras los parisinos se agolpaban a orillas del Sena y millones veían el horror por televisión.
Con los 67 millones de habitantes de Francia confinados mientras Europa lucha por contener el brote de coronavirus, el delicado trabajo de volver a hacer que Notre-Dame sea segura se ha detenido abruptamente.
Cuando el presidente Emmanuel Macron dio la orden el 17 de marzo, los trabajadores habían empezado a desmantelar las 40.000 piezas de andamio que habían quedado aheridos por el fuego.
Ese trabajo estaba previsto para el otoño boreal, pero se demoró por una investigación sobre la dispersión de nubes de plomo venenoso durante el incendio y luego por una serie de tormentas ocurridas en el invierno.
Recién cuando retiren la jaula retorcida de 200 toneladas, los ingenieros podrán inspeccionar cuán estructuralmente firmes están las bóvedas dañadas, dijo Jean-Louis Georgelin, quien está a cargo de la reconstrucción, a senadores en enero.
La reconstrucción aún requiere meses de trabajo.
“La fase de reconstrucción sin duda comenzará durante el 2021”, dijo monseñor Patrick Chauvet, rector de Notre-Dame.
Sin embargo, la semana pasada el arzobispo de la ciudad celebró una pequeña ceremonia para conmemorar el Viernes Santo en medio de la pandemia de coronavirus.
Sólo siete personas asistieron al servicio en el ábside detrás de la Piedad debido a la cuarentena, pero muchos lo siguieron por televisión. Reuters