Desde hace poco más de una semana, Ronaldinho consiguió morigerar su situación en Paraguay: tras un mes detenido en la Agrupación Especializada de la Policía de Asunción, el juez Gustavo Amarilla le otorgó el arresto domiciliario, previo pago de una fianza de 1.600.000 dólares. Así, mientras continúa la investigación que pesa sobre él y su hermano por haber ingresado al país con documentación falsa, los Assis de Moreira fijaron domicilio en el exclusivo hotel Palmaroga, ubicado en el centro de la capital paraguaya.
Una habitación standard cuesta entre 80 y 90 dólares la noche. El espacio elegido por el campeón del Mundial de Corea y Japón 2002 tiene un valor de 380 dólares por jornada. Los hermanos Asis de Moreira son los únicos huéspedes del hotel, dadas las medidas de emergencia tomadas por el gobierno paraguayo por la crisis del coronavirus. Ocupan el primer piso, donde están las habitaciones de mayor lujo. Dinho se quedó con la suite presidencial.
El hotel, además, cuenta con pileta de natación, gimnasio y restaurant. La posibilidad de recibir visitas es otro de los beneficios con los que cuenta el brasileño: “Puede recibir todas las que desee, tiene respaldo legal, es él quien no debe poner un pie afuera”, explicó el letrado Arnaldo Leguizamón al medio paraguayo Extra. Sin embargo, “El COVID es lo único que le impide a él recibir visitas”, bromeó.
Sin embargo, más allá de las precauciones, el ex astro del Barcelona, de 40 años, tuvo compañía. “El Viernes Santo almorcé con los hermanos; también el cónsul brasileño. Ronaldinho no pierde el humor y alterna sus conversaciones con chistes”, contó Emilio Yegros, gerente del hotel, según consignó el diario mexicano Excelsior. “Parece buena gente. No pierde la sonrisa, su hermano tampoco. Su semblante cambió desde el primer día cuando llegó tenso y visiblemente estresado”, agregó.
Eso sí, en su nuevo hogar, un edificio histórico restaurado por el Grupo empresario Barcelona, no tiene, como en la Agrupación Especializada, una cancha de fútbol sala o una de piki-voley (o fútbol tenis) para disfrutar de su pasión, la pelota. Por eso, les realizó a los empleados un pedido especial, al que accedieron, aprovechando que no hay otros huéspedes.
“Ayer le trajeron una pelota reglamentaria. Le habilitamos un salón -de unos 30 metros por 15- para sus picaditas”, comentó Yegros, en referencia a los juegos de Dinho con el balón. ¿Será su hermano Rodrigo su contendiente, red improvisada de por medio?