No solo de estupor vive el hombre en los tiempos de coronavirus. La vida en un país de primer mundo como España llevaba aparejada certezas, y detrás las cuales llegaron los migrantes. El éxodo venezolano solo ha dejado de entrar a España por el cierre de fronteras, y no por otra cosa. Pero es como si no pasara nada. Se siguen recibiendo llamadas de gente que espera que la crisis amaine. Pero hay problemas de fondo.
Por: José Antonio Carrero y Raquel Pestana // ALnavío
Hoy nos preocupan los que están aquí. Los que tenían citas, certezas, para realizar los trámites ante la Policía Nacional y las oficinas de Extranjería. Y los que sabían, también con certeza, que iban a solicitar citas para darle curso a sus trámites, y de alguna forma u otra, regularizarse.
El cierre de todas las oficinas de las administraciones públicas y la anulación de todas las citas, no hace más que sumirlos en la más absoluta incertidumbre.
Se han adoptado dos medidas básicas, más o menos a trancas y barrancas, pero que persiguen formar un piso de certezas. Movedizas, parecieran, pero certezas:
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