De acuerdo con las estadísticas que lleva la Fundación Ruedas de la Felicidad Venezuela (FRFV) capítulo Carabobo, en la entidad hay unas 150.000 personas con discapacidad motora. De esa cifra, 85 % puede laborar, sin embargo, en tiempos de cuarentena por COVID-19 muchos trabajan sin las medidas de prevención.
Por Leomara Cárdenas / cronica.uno
César Heredia, coordinador regional de la FRFV, sostiene que las personas con discapacidad motora están en riesgo por ser una comunidad vulnerable. Deben desplazarse en sillas de ruedas maniobradas por ellos mismos que pasan por calles repletas de desechos y tienen que lidiar también con las constantes fallas de agua potable.
Daniel Vargas tiene 34 años de edad, desde hace cinco es parapléjico luego de que en el barrio que reside al sur de Valencia se presentara un intercambio de disparos entre bandas delictivas y él quedara en la línea de fuego cuando intentaba buscar a sus tres hijos para resguardarlos. De ser un hombre activo que trabajaba como mototaxista fue confinado a una cama. La crisis económica lo arropó y no pudo costear su tratamiento, por lo que tuvo que vender todos sus enseres.
En su vivienda solo queda una cocina a gas pero desde hace tres meses su madre no puede cocinar en ella porque no les ha llegado la bombona. Apenas tienen improvisada una cocina eléctrica, es una hornilla que descansa sobre dos bloques y es alimentada de electricidad por un cable. Tiene un televisor que por las fluctuaciones eléctricas ya presenta fallas, solo lo enciende dos horas durante la noche para que sus hijos se distraigan.
Daniel dijo a Crónica.Uno que no recibe el servicio de agua potable por los grifos. Su madre tiene que caminar 10 cuadras diariamente para llenar algunos tobos. En ese lugar nadie guarda el metro de distancia y muchos van sin tapabocas. “Mis hijos se lavan las manos, tratamos de tener todo limpio, lo hacemos con agua para prevenir el coronavirus”.
Con la falta de transporte por la falla de combustible que se presenta en la entidad desde el 12 de marzo ha mermado el servicio de transporte público, no han podido ir al Centro Diagnóstico Integral de Trapichito para ver si han llegado medicamentos. En el hogar de Daniel viven cinco personas, no tienen ingresos económicos, pues su madre se dedica a atenderlo diariamente. Hasta hace un año tenían una bodega en la vivienda. El beneficio del Clap lo reciben cada mes y medio.
Yorman Moreno improvisó hace un año y medio un criadero de gallinas ponedoras, diariamente lo abastecen de 60 huevos, que él vende a los vecinos del sector Trapichito al sur de Valencia. Desde el 16 de marzo que se decretó la cuarentena social para prevenir la propagación del COVID-19 en Venezuela, este hombre que lleva ocho años con discapacidad motora, luego de recibir un disparo cuando lo despojaron de sus pertenencias, asegura que la crisis económica se ha acentuado.
A Yorman se le hace cuesta arriba continuar con el mantenimiento de sus gallinas, el saco de alimento para “ponedoras” cuesta alrededor de 80 dólares. El espacio donde tiene dispuestas sus aves es justo en el frente de su casa, les tiene sistema de bebedero y de alimentación.
Para leer la nota completa pulse Aquí