Un programa de observación de Júpiter que se desarrolló durante tres años resultó en la creación de las imágenes más detalladas de la atmósfera del gigante gaseoso jamás logradas, informó en un comunicado la NASA.
Las visualizaciones son producto de la colaboración de tres aparatos: el telescopio espacial Hubble, el observatorio internacional Gemini (Hawái, EE.UU.) y la nave espacial Juno, que orbita alrededor de Júpiter. Los aparatos, respectivamente, captaron el planeta en ultravioleta, infrarrojo y radioondas, y el Hubble, además, proporcionó fotografías ópticas en el espectro visible.
Las tormentas que se pueden ver en las imágenes obtenidas son realmente impresionantes. Su altura puede alcanzar los 64 kilómetros —cinco veces más que en la Tierra— y los rayos registrados en el gigante gaseoso son tres veces más fuertes que los más potentes jamás detectados en nuestro planeta.
Al mismo tiempo, los astrónomos lograron determinar que bajo los nubarrones de las capas altas de la atmósfera jupiteriana se esconden nubes de agua. Aunque se ven solo ocasionalmente, la cantidad de líquido presente puede ser estimada en función de los rayos, cuya aparición está vinculada al agua, opinan los científicos.
Misterio resuelto
Asimismo, las observaciones conjuntas permitieron explicar las misteriosas zonas oscuras en la famosa Gran Mancha Roja del planeta, unos elementos efímeros captados por misiones anteriores a la de Juno, y cuya naturaleza confundía a los científicos. Hasta ahora se suponía que eran emisiones de alguna sustancia roja en las nubes altas o ‘ventanas’ hacia las capas interiores coloradas del gigante gaseoso.
Sin embargo, ahora los astrónomos han descubierto que las manchas pequeñas se ven solo en infrarrojo, de manera que consideran que se trata de brechas en las nubes altas. El calor de las capas interiores se escapa a través de esas fisuras en forma de emisiones infrarrojas, y por lo tanto son altamente visibles para el observatorio Gemini, aseguran los científicos.
“Es como una especie de farol de Halloween. Se ve una luz infrarroja brillante proveniente de áreas libres de nubes, pero, allí donde hay nubes, se ve muy oscuro en el infrarrojo”, comenta Michael Wong, que encabezó el proyecto. Los resultados del estudio vieron la luz en la revista The Astrophysical Journal.