Venezuela lleva por lo menos siete años paralizada, justamente desde que Nicolás Maduro asumió el poder en 2013. Tenemos 25 trimestres consecutivos sumidos en una depresión económica y 29 meses ininterrumpidos experimentando una hiperinflación que no da tregua. Literalmente, los venezolanos estamos reventados económica, social y políticamente hablando.
De nada han servido 17 años de controles de precios y de cambio; ni las 26 prórrogas del Decreto de Emergencia Económica –dictado originalmente para “torcerle el pescuezo al dólar paralelo” y enfrentar la imaginaria “guerra económica” que el desgobierno se cansó de repetir como un mantra para solapar su responsabilidad absoluta en el peor colapso económico del país–; ni la expropiación, confiscación e invasión de más de seis millones de hectáreas productivas. Hoy Venezuela no produce ni un chicle.
Los expertos en la materia que llevan las cuentas, reportan que el gobierno tiene 29 meses en default, es decir, casi dos años y medio incumpliendo las obligaciones legales o condiciones de un préstamo. La economía venezolana está dolarizada de facto, pero los sueldos y salarios se siguen pagando en pulverizados bolívares soberanos, expandiendo aún más la brecha de pobreza en una población que devenga cerca de $4,2 mensuales.
Da escalofríos imaginar que el grueso de la población venezolana vive en pobreza crítica, ese concepto que el Banco Mundial (BM) y la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), emplean para ubicar a los individuos que viven con menos de $1,90 al día y no pueden satisfacer necesidades vitales como la alimentación, el agua potable, vivienda, salud, educación o acceso a la información. Si sacamos la cuenta, el venezolano sobrevive con $0,14 diarios.
Y traigo a colación estas cifras perturbadoras, porque recientemente el señor Nicolás Maduro anunciaba en cadena nacional de radio y televisión, que estaba pensando “flexibilizar la cuarentena social” impuesta desde el pasado 13 de marzo, a raíz de la declaratoria de la pandemia mundial por coronavirus, porque según él, Venezuela es “ejemplo mundial” en el combate de la virulenta enfermedad y teníamos que ir recobrando la “normalidad”.
Lo que no dijo –y no es necesario porque los ciudadanos lo sufrimos a diario en todos los rincones de este noble país–, fue que a raíz de la orden de confinamiento, los problemas se profundizaron al extremo, hasta el punto de que hoy Venezuela está prácticamente paralizada por falta de combustible, por un racionamiento eléctrico perverso –especialmente en el occidente del país–, por las fallas en el suministro de todos los servicios básicos.
No sabemos qué entiende Nicolás Maduro por “normalidad”. Desde que llegó al poder en el 2013 el país ha ido, como dice el tango, “cuesta abajo en la rodada”.
No se puede retornar a la cotidianidad, señor Maduro, cuando los ciudadanos no tienen cómo movilizarse (no hay efectivo ni gasolina); cuando muchos comercios no podrán abrir santamarías porque estos meses de paro terminaron por quebrarles la cerviz; porque el índice de desempleo al término de la pandemia dará vértigo.
No se puede retornar a la normalidad, señor Maduro, cuando los productores agrícolas y pecuarios han visto perder los alimentos que producen porque no hay combustible para sacarlos a los centros de acopio; cuando quienes tienen que producir la comida de los próximos meses revelan que el ciclo de siembra está perdido porque no llegaron las semillas ni los insumos agrícolas a tiempo; cuando los sistemas de riego están inoperativos por falta de inversión.
No podemos regresar a la normalidad, señor Maduro, porque no hay electricidad –que es el eje transversal del desarrollo–, porque las turbinas de la central hidroeléctrica Simón Bolívar en la represa de Guri, no soportan que las sigan canibalizando; y porque las termoeléctricas ni siquiera cuentan con el gas necesario para funcionar. Venezuela, que durante más de 100 años fue un poderoso país petrolero, en socialismo pasó a ser un simple país con petróleo.
¿Qué entiende usted, Nicolás Maduro, por normalidad, si la mayoría del país volvió a los inicios del siglo XX? No hay telecomunicaciones: Cantv es un ejemplo más de que todo lo que cae en manos del Estado se pervierte, se corrompe, se inutiliza. Los ciudadanos del interior del país retomaron los fogones a leña para cocinar porque la distribución de los cilindros se perdió en el mar de corrupción de Pdvsa.
Venezuela no está en condiciones económicas, sociales, sanitarias, educativas, laborales ni políticas, para retornar a la normalidad. El Decreto de Estado de Alarma que se aprobó en marzo y que justo ayer se extendió por un mes más, sólo le permitirá prolongar la agonía de los venezolanos y le dará potestad para seguir violentando, como lo ha hecho hasta ahora, los Derechos Humanos de una población menguada por el hambre, la necesidad, la pobreza y la desesperación.
Da igual que levante la cuarentena, que si no lo hace, señor Maduro. Este país no volverá a la normalidad ni levantará cabeza, mientras usted permanezca al frente del poder Ejecutivo y siga aplicando las mismas medidas que han fracasado en los últimos 21 años.
@griseldareyesq