A fines de abril, científicos del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, anunciaron que su potencial vacuna contra el nuevo coronavirus funcionó exitosamente en monos macacos rhesus, el animal más cercano a los humanos en términos biológicos. Los científicos explicaron que inocularon a seis monos de esta especie con la potencial vacuna. Luego los expusieron a altas dosis de Covid-19, las cuales habían enfermado a otros monos. Los seis animales, dijeron, se encontraban en un buen estado de salud 28 días después de haber recibido la vacuna.
Por infobae.com
La vacuna que están desarrollando los investigadores de Oxford se basa en un adenovirus modificado que afecta a los chimpancés. “Genera una fuerte respuesta inmunológica con una sola dosis y no es un virus replicante”, por lo que “no puede causar una infección continua en el individuo vacunado”. Esto la hace “más segura para los niños, los ancianos” y los pacientes con enfermedades subyacentes como la diabetes, explican los investigadores.
No obstante, distintos profesionales han manifestado dudas acerca de cuán concluyentes son estos ensayos, por dos motivos: el primero, que la cantidad de monos no es lo suficientemente grande para producir resultados estadísticamente significativos. Y segundo, que los monos no desarrollan los síntomas más graves que el SARS-CoV-2 causa en los humanos.
Entre los científicos que cuestionaron los resultados, se encuentra William A. Haseltine, un biólogo, empresario y filántropo conocido por su trabajo innovador sobre el VIH y el genoma humano, y quien fue fundador de dos departamentos de investigación sobre el cáncer y el SIDA en la Facultad de Medicina de Harvard.
El científico analizó el artículo recientemente publicado por el Instituto Jenner y concluyó que, pese a las afirmaciones de los investigadores británicos, “todos los monos vacunados tratados con la vacuna Oxford se infectaron cuando se los desafió, según se juzga por la recuperación del ARN genómico del virus de las secreciones nasales”.
“No hubo diferencia en la cantidad de ARN viral detectado desde este sitio en los monos vacunados en comparación con los animales no vacunados”, escribió Haseltine en su análisis para la revista Forbes. “Es decir, todos los animales vacunados estaban infectados”.
Según Haseltine, el estudio tiene un segundo “resultado preocupante”: que el anticuerpo neutralizante de la vacuna es “extremadamente bajo”. “Típicamente, los anticuerpos neutralizantes en vacunas efectivas pueden diluirse más de mil veces y retener la actividad”, explica el prestigioso científico. Sin embargo, el suero del Instituto Jenner “podía diluirse solo de 4 a 40 veces antes de que se perdiera la actividad neutralizante”.
Por otra parte, los científicos de Oxford presentaron evidencia de que, aunque la vacuna no protegió a los animales de la infección, sí moderó la enfermedad.
“Es alentador que no se observó evidencia de un aumento de la enfermedad inducida por la vacuna”, dijo Haseltine. Si bien, “está claro que la vacuna no proporcionó inmunidad esterilizante al desafío del virus, la regla de oro para cualquier vacuna”, el trabajo británico “puede proporcionar protección parcial”.
“La pregunta es: ¿será suficiente la protección parcial para controlar la pandemia de COVID-19?”, escribe Haseltine. “Esa es una pregunta abierta. Para obtener una respuesta, podemos buscar otras enfermedades para las cuales solo existen vacunas parcialmente eficaces: VIH, tuberculosis y malaria. Las respuestas no son alentadoras, excepto quizás para la protección de la malaria infantil”.
Haseltine también cuestionó que la universidad de Oxford comenzara los ensayos clínicos en humanos con la muy ambiciosa esperanza de que esté disponible antes de finales de año y permita pasar la página del confinamiento.
El equipo de la profesora Sarah Gilbert estima sus probabilidades de éxito al 80% y en paralelo a la investigación prevé producir un millón de dosis hasta septiembre, para tener amplia disponibilidad antes de finales de año si se confirma su eficacia. Es un calendario “extremadamente ambicioso” y podría cambiar, reconocen los investigadores.
“El tiempo dirá si este es el mejor enfoque”, concluyó Haseltine. “No apostaría por eso”, agregó.
Vacuna de Sinovac
Por otra parte, Haseltine comparó los resultados británicos con los de otra vacuna desarrollada por Sinovac, uno de los cuatro laboratorios chinos autorizados a emprender ensayos clínicos contra la Covid-19, creada a base de patógenos de SARS-CoV-2 inertes.
Según Haseltine, los resultados informados por Sinovac son muchos más prometedores: mostraron que con la dosis más alta estudiada, no se recuperó ningún virus de los monos vacunados de la garganta, pulmón o recto. Además, el anticuerpo neutralizante de la vacuna es alto.
De los más de cien proyectos de investigación que se llevan a cabo en todo el mundo para encontrar una vacuna -la única forma posible de volver a la “normalidad” según Naciones Unidas-, ocho se encuentran actualmente en fase de ensayos clínicos, según la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
Este tipo de pruebas ya han comenzado en China y Estados Unidos y se espera que comiencen pronto en Alemania.