Las llamas iluminan la noche y el humo llena de un olor asfixiante las calles circundantes a una estación de policía asediada en Minneapolis, la cuidad del norte de Estados Unidos que ha sido sacudida por protestas tras la muerte de un hombre negro a manos de un policía.
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“La verdadera razón por la que estamos aquí es porque la policía sigue matando gente negra en todo Estados Unidos”, dice un joven afroestadounidense que no quiso ser identificado.
Con su rostro cubierto por una máscara, para protegerse del coronavirus o del gas lacrimógeno con el que las fuerzas de seguridad intentan disuadir las protestas, el joven cuenta que llegó al lugar a manifestarse pacíficamente con amigos, pese al toque de queda impuesto después de tres noches de disturbios.
Cerca de un banco que arde, se hace eco de la ira esparcida por el país desde la muerte de George Floyd el lunes a manos de un policía, que lo retuvo esposado en el suelo arrodillándose en su cuello por más de cinco minutos. La escena fue grabada en video por un transeúnte.
“Estamos en 2020 y estamos lidiando con el mismo problema que teníamos en los años 60… parece que Minneapolis finalmente alcanzó un límite”, agrega el afroestadounidense.
“George Floyd no es el primero”, añade Jerry, blanco, de 29 años. “¿Qué se supone que debes hacer, solo relajarte y aceptarlo?”, se pregunta.
Según The Washington Post, más de 1.000 personas murieron después de ser baleadas por la policía el año pasado en Estados Unidos. En esa estadística, los negros están representados en exceso.
En el caso de Floyd, el oficial que se arrodilló sobre su cuello fue acusado el viernes de asesinato en tercer grado, por causar una muerte de forma involuntaria, y homicidio culposo.
La familia de Floyd quiere que los otros tres oficiales en la escena sean acusados también.
– Posiciones enfrentadas –
El viernes por la noche, helicópteros sobrevolaron Minneapolis mientras los manifestantes se enfrentaban a la policía y en las calles resonaban explosiones.
“Da miedo, pero al mismo tiempo es necesario”, dice un joven estudiante. “Hubo muchas protestas pacíficas y nada cambió; a veces las cosas deben empeorar antes de mejorar”.
Otros, piensan distinto: “Lo están empeorando, les dan a ellos (a la policía) una razón para dispararnos”, dice Phae, una mujer negra de 34 años, visiblemente exhausta.
“Estoy completamente de acuerdo, pero no quiero perder todas mis cosas”, dice una joven que vive encima de una tienda cercada y que teme se convierta en blanco de la violencia.
Las autoridades locales fueron conciliadoras en los primeros días de las protestas, pero con el correr de los días han llamado a la Guardia Nacional y han endurecido su tono.
“No hay honor en quemar tu ciudad”, dijo el alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, en una improvisada conferencia de prensa celebrada poco después de la medianoche. “Esto tiene que parar”.
Algunas de las tiendas destruidas por el fuego son propiedad de familias negras, agregó el gobernador de Minnesota, Tim Walz: “Esto no se trata de la muerte de George. Esto no se trata de inequidades que eran reales. Esto se trata de caos”.
AFP