Centenares de australianos se congregaron hoy en el centro de Sídney para protestar contra las muertes de aborígenes cuando se encontraban bajo custodia de las autoridades, a pesar del peligro de un contagio masivo de COVID-19 y de no contar con el permiso para manifestarse.
“Primero, que dejen de encarcelar a los indígenas y segundo que no haya más muertes en la cárcel. En los últimos 40 años ha habido alrededor de mil muertes en prisión y nunca un policía o un guardia de la cárcel ha sido acusado de nada”, así explicaba a Efe el motivo de la manifestación Raúl Bassi, secretario de la Asociación de Justicia Social para los Indígenas.
La Policía del estado de Nueva Gales del Sur bloqueó el perímetro del Ayuntamiento de Sídney y desplegó unos 600 agentes y vehículos policiales para prevenir la protesta, tras haber explicado que ésta “no está autorizada” debido a que los organizadores no han comunicado oficialmente de esta manifestación con siete días de antelación, pero no llegaron a producirse situaciones de violencia.
Frente al ayuntamiento un grupo de jóvenes comenzó a corear “qué vidas importan, las vidas de los negros” y “no fue un accidente, fue un asesinato”, a pesar de que la Policía les ordenó dispersarse a riesgo de ser detenidos, con lo que los manifestantes se desplazaron de forma pacífica hasta dispersarse antes de la Estación Central.
Sin embargo, “el comisionado de la Policía de NSW no tiene el poder de detener una reunión pública”, aclaró a Efe una portavoz de esta institución en un correo electrónico.
Esta protesta se solidariza con las manifestaciones por la muerte del afroamericano George Floyd en Estados Unidos y pide justicia por las más de 430 muertes de aborígenes e isleños del Estrecho de Torres ocurridas desde 1991 mientras estaban bajo la custodia de las autoridades del país.
Los indígenas australianos representan aproximadamente el 28 por ciento de la población carcelaria, a pesar de representar menos del tres por ciento de la población australiana, de casi 25 millones de habitantes.
Tanto esta protesta como otra convocada el sábado para defender los derechos de los refugiados, que ha sido prohibida por un tribunal del país, han generado un fuerte debate en Australia en torno a los derechos civiles y la seguridad pública.
El primer ministro australiano, Scott Morrison, avivó la polémica al recalcar el jueves a la emisora 2GB que “no hubo esclavitud en Australia” durante la colonización británica, aunque admitió que ésta “fue brutal”.
Estos comentarios generaron fuertes reacciones de historiadores y defensores de los derechos humanos que recordaron asuntos como la retención de los sueldos de los indígenas australianos durante décadas el siglo pasado o el traslado forzoso de más de 62.000 melanesios para trabajar en la zafra entre 1863 y 1904.
EFE