Las niñas corrían por los alrededores del teatro Junín, en pleno centro de Medellín, cargando las flores que ofrecían a quienes justo acababan de ver la película ‘La vendedora de rosas’, en mayo de 1998. Que los espectadores las vieran trabajando en lo que se mostraba en el filme les hacía gracia.
Por: El Tiempo
Sus propias vidas eran el reflejo de los personajes de la película, la cual retrata los más deplorables escenarios de pobreza, violencia, drogadicción y calle en la Medellín de los años 90.
Tan solo la primera escena de la película es un golpe a la realidad. La pequeña Andrea, de 10 años, discute con su madre, la golpean y decide huir de su humilde casa. Por eso, Mileider Gil, quien interpretó el papel, dice que lo que hizo fue personificarse a ella misma.
Mileider se define como una niña, para entonces, indomable. Su madre poco podía hacer para controlarla y la mano dura era lo único que encontraba como herramienta para evitar que la menor pasara sus días escapada de la casa y, en muchos casos, sin siquiera llegar para dormir.
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