Sin duda. El derrumbe institucional, ante el caos previamente creado; el debilitamiento o el desmantelamiento físico y de funcionamiento de todos los demás organismos (incluidos sindicatos y gremios, como ya algunos han empezado a alertar) proclives a la libertad, apunta al quiebre definitivo que le permita a la tiranía su sostenimiento en el poder. Las imágenes de destrucción orquestada en la Universidad de Oriente o el desplome de la Universidad Central de Venezuela son no sólo muestra fehaciente, simbólica, de ello.
Todo este afán de desmoronamiento, fragmentación, o disolución (llámese como sea preferible) señala el sendero que nos han obligado hace bastante a transitar y no termina de concretarse. Buscar por todos los derroteros posibles, desde dentro y fuera, acabar con el enemigo de toda la institucionalidad del Estado venezolano. Luego será tarde. Ya luce quedo. Estamos en deuda generalizada con el país