La estatua de la Sirenita de Copenhague, el símbolo turístico más reconocible de la capital danesa, ha aparecido este viernes pintada con la leyenda “racist fish” (pez racista), informaron las autoridades.
La policía ha abierto una investigación por vandalismo sobre el ataque a la célebre escultura situada junto al puerto de Langelinie, visitada anualmente por más de un millón de turistas y que en sus 107 años de existencia ha sido usada muchas veces como objeto para reivindicaciones políticas.
El movimiento “Black Lives Matter”, impulsado en Estados Unidos tras la muerte de un ciudadano negro a manos de un policía blanco, ha llevado aparejado la destrucción de símbolos considerados racistas como estatuas de personalidades confederadas o personajes históricos que defendían el esclavismo y tenían esclavos.
Ese tipo de actos han sido imitados en ciudades de todo el mundo, también en Copenhague, donde, por ejemplo, la estatua del misionero Hans Egede, considerado el padre de la colonización danesa de Groenlandia, fue pintada de rojo hace unos días.
La elección de la Sirenita en este caso parece obedecer más a su condición de símbolo nacional que al personaje del cuento de Hans Christian Andersen en el que se inspira, aparentemente sin ningún contenido racista.
Tampoco se conoce que Andersen o el magnate cervecero Carl Jacobsen, que donó la estatua a la ciudad en su día, tengan relación alguna con el esclavismo o hayan destacado por ser racistas.
La Sirenita ha tenido una existencia azarosa: la han decapitado tres veces, le han arrancado un brazo e incluso fue volada con explosivos de su pedestal de granito, además de aparecer pintada de varios colores o vestida con camisetas de fútbol, velos o una túnica del Ku Klux Klan.
De ser diana principal de la ira feminista en décadas anteriores pasó a ser usada para todo tipo de reivindicaciones políticas, desde las de movimientos okupas hasta las de grupos xenófobos.