El martes 7 de julio la Universidad Católica Andrés Bello dio a conocer los resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida -Encovi- correspondientes a 2019 y que se viene realizando hace más de cinco años, en ausencia de cifras oficiales para subsanar el oscurantismo informativo al cual el régimen de Maduro ha llevado a Venezuela. En vista del proceso de cierre técnico del Instituto Nacional de Estadísticas -INE- las universidades nacionales han cubierto ese vacío de cifras, tal cual ha hecho la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, con los datos de inflación y actividad económica, ocultas por un banco central desmantelado y en disolución genercial.
Por José Guerra
Las cifras de la encuesta son la radiografía de una tragedia de proporciones bíblicas. Así, en Venezuela la población disminuyó en 2019 hasta 28 millones desde los 30 millones de 2012, se perdieron 3,7 años de esperanza de vida para los que han nacido en los últimos años y el bono demográfico se perdió debido a la emigración de la población más joven. Los datos sobre deserción escolar son abrumadores: hoy asisten 1.700.000 niños menos a las escuelas y la matrícula universitaria se redujo a la mitad, para no mencionar la decadencia de la calidad tanto de las universidades tradicionales como las de reciente creación, que tienen de universidad solo el nombre.
En términos de pobreza las cifras son escalofriantes en un país que entre 2014 y 2019 perdió más del 60% del tamaño de su economía y sufre una hiperinflación. Hugo Chávez, en su periplo demagógico por Venezuela, instaló la mentira como verdad según la cual en 1998 la pobreza en Venezuela era 80%, cuando en realidad era 35%. Ahora sucede que la obra que él manufacturó poco a poco pero de forma sostenida, encarnada en Maduro, hizo saltar la pobreza de ingreso desde 33% en 2013 hasta 96% en 2019, mientras los hogares en pobreza extrema que en 2013 representaban el 21% pasaron a 79% al concluir 2019. En cuanto a la pobreza multidimensional, es decir aquella que incluye otros componentes más allá del ingreso del hogar, la misma aumentó de 39% en 2014 a 65% en 2019, y para coronar la obra inconclusa de Chávez, el año pasado la pobreza de consumo se situó en 68%. La encuesta tiene datos para escribir una enciclopedia del drama venezolano, pero basta señalar que en 2019 fuimos el país con menor ingreso por habitante de las Américas después de Haití pero el más desigual según el coeficiente de Gini.
Dos días antes, el 5 de julio, en la alocución con motivo de la conmemoración de la firma del Acta de la Independencia, el General en Jefe y Ministro de Defensa Vladimir Padrino, sacando desde las catacumbas ideológicas y de la doctrina del destino manifiesto del Ejército de estirpe peronista, desempolvó aquella tesis que se pensaba abandonada sobre el papel de tutor de los militares en los gobiernos civiles. Dijo que jamás la oposición tomaría el poder en Venezuela porque según él la FAN socialista y antimperialista no lo permitiría, como si su rol fuese quitar y poner gobiernos. Más allá de la provocación que ello significa y su claro objetivo de promover la abstención electoral, el general Padrino le ha dado una puñalada por la espalda a lo que quedaba de democracia. Esto implicaría según él que si el PSUV pierde unas elecciones presidenciales, la FAN se alzaría y no entregaría el poder. Eso está por verse, por las reservas morales que agazapadas hay en la FAN. Pinochet también pensó lo mismo. Pero el asunto es ¿cuál poder? El poder que permite pertenecer a un clan palaciego, usufructuario de la renta petrolera y que llevó a Venezuela a la ruina, tal como lo demostró la encuesta Encovi.