Las cosas malas, como el abuso y la agresión, siempre les pasan a los demás. Es lo que piensa o quiere pensar la mayoría de la gente. Era lo que creía Lorena, pero la tarde del miércoles 28 de junio del 2017 empezó una pesadilla que, tal vez, afrontan en silencio decenas de madres.
Por: El Tiempo
El día anterior, el padre de su pequeña, de tres años, se la había llevado en medio de las visitas que habían pactado ante un notario, tras la separación con su esposa Lorena.
A las 3 p. m. se la entregó. La niña le dijo a su mamá que quería ir al baño, y cuando terminó de orinar y mientras Lorena le acomodaba la ropa, el ingenuo relato de su hija le hizo recorrer el cuerpo por un corrientazo frío: “Papá me hace cosquillas con la boca en la colita”.
En un segundo, un inmenso abismo de miedo, dolor y rabia se abrió a los pies de esta mujer que lleva tres años rogándole a una fiscal que crea en el testimonio de su pequeña hija, pero, como pasa en una gran parte de los casos de abuso y maltrato, la justicia pareciera inclinarse por hacerle mérito al victimario y no a la víctima.
“Yo no sabía qué hacer. Tenía terror de mirarle los genitales, de preguntarle algo, de creer que esto nos estaba pasando a mí y a mi hijita –relata Lorena, con la voz entrecortada–. Le dije que seguro estaba jugando, y ella me respondió que el papito le daba besos en todo el cuerpo y que le había dicho que era un secreto entre los dos”.
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