Con el paso de los años, los científicos reúnen cada vez más piezas que conducen a una inminente conclusión devastadora para la vida en la Tierra: el daño ambiental causado por el hombre es irreversible. Una nueva prueba de ello es un reciente descubrimiento efectuado por científicos en el mar de la Antártida, de la primera fuga activa de metano, un fenómeno que ocurre cuando un impacto particular del calentamiento global se vuelve imparable.
La investigación, publicada en la revista Proceedings of the Royal Society B, encontró la filtración en un sitio del Mar de Ross con una profundidad de 10 metros conocido como Cinder Cones. Las hipótesis apuntan a que el gas podría comenzar a gotear a medida que la crisis climática calienta los océanos. Algo que, según los científicos, es “increíblemente preocupante”.
“Nos topamos con la filtración de metano en un sitio en el que se ha buceado desde la década de 1960 y que acababa de encenderse. No había burbujas de metano. La mayoría del metano en muchas filtraciones en realidad sale en lo que llamamos flujos difusos. Así que simplemente se disuelve en el agua“, señaló Andrew Thurber, de la Universidad Estatal de Oregón en los Estados Unidos.
Este descubrimiento también tiene implicaciones en los modelos climáticos, que no explicaron un retraso en el consumo microbiano de metano, lo que normalmente impide que el potente gas llegue a la atmósfera.
“No son buenas noticias. Los microbios tardaron más de cinco años en comenzar a aparecer e incluso entonces todavía había metano escapando rápidamente del fondo del mar”, agregó Thurber. En la mayor parte de los océanos, los microbios consumen el metano que se escapa del lecho marino. Pero el lento crecimiento de los microbios en Cinder Cones, significa que es casi seguro que el metano se filtró a la atmósfera.
Se cree que grandes cantidades de metano se almacenan debajo del fondo del mar alrededor de la Antártida. El gas podría comenzar a gotear a medida que la crisis climática calienta los océanos, una perspectiva que los investigadores consideran peligrosos.
La filtración activa del gas fue vista por primera vez en 2011, pero los científicos tardaron hasta 2016 para empezar a estudiarla en detalle. Los investigadores aseguran que hasta la fecha se sabe muy poco sobe el ciclo del metano antártico y esta nueva filtración permitió el desarrollo de un laboratorio natural para futuras investigaciones.
La razón de la aparición de la nueva filtración sigue siendo un misterio, pero probablemente no sea el calentamiento global, ya que el Mar de Ross donde se encontró aún no se ha calentado significativamente. La investigación también tiene importancia para los modelos climáticos, que actualmente no explican un retraso en el consumo microbiano de metano que escapa.
La fuente del metano es probablemente depósitos de algas en descomposición enterrados bajo sedimentos y es probable que tenga miles de años. En la mayor parte de los océanos, los microbios consumen el metano que se escapa del lecho marino en el sedimento o en la columna de agua de arriba. Pero el lento crecimiento de los microbios en el sitio Cinder Cones, y su poca profundidad, significa que es casi seguro que el metano se filtre a la atmósfera.
Thurber dijo que los primeros microbios que crecieron en el sitio fueron de una cepa inesperada. “Probablemente estamos en una etapa de sucesión, donde pueden pasar de cinco a 10 años antes de que una comunidad se adapte completamente y comience a consumir metano”.
Aún no se sabe cuándo los investigadores podrán regresar a la Antártida. Por el coronavirus todas las expediciones quedaron canceladas. Para los investigadores es una situación alarmante. “El ciclo de metano es absolutamente algo de lo que nosotros como sociedad debemos preocuparnos”, concluyó Thurber. Se desconoce por qué se formó la nueva filtración. “Ese es un misterio para el que todavía no tenemos una respuesta”, dijo Thurber. “Está del lado de un volcán activo, pero no parece que haya salido de eso”.
La profesora Jemma Wadham, de la Universidad de Bristol, Reino Unido, que no participó en el estudio, dijo: “La Antártida y su capa de hielo son enormes agujeros negros en nuestra comprensión del ciclo de metano de la Tierra: son lugares difíciles para trabajar.
“Creemos que es probable [que haya] metano significativo debajo de la capa de hielo”, dijo. “La gran pregunta es: ¿qué tan grande es el retraso [en los microbios que consumen metano] en comparación con la velocidad a la que podrían formarse nuevas fugas de metano a raíz de la retirada del hielo?”