En el piso 11 de la Torre Ejecutiva a Luis Lacalle Pou se lo nota tranquilo. Distendido. El presidente de Uruguay siente que, por el momento, está ante una temporada de siembra, sobre todo por el tema que más lo desveló desde que asumió. La pandemia por coronavirus parecería estar bajo control, pese a que existen breves focos. Con una aprobación de su gestión del 63%, el líder de la coalición gobernante intenta mostrarse como un ciudadano más. Cuando habla repite una serie de valores como si fueran sus mandamientos: honestidad, libertad ciudadana, consenso entre los diferentes partidos y patriotismo, fundamentales para vivir en democracia, dice. Se anima a señalar que en Venezuela hay una dictadura y no invitó a Nicolás Maduro a su asunción porque “me iba a resultar difícil hablar de democracia”.
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De 46 años, Luisito -como le dicen sus amigos de toda la vida- es uno de los líderes más populares de la actualidad de América Latina. En su despacho de la sede gubernamental recibió a Infobae y habló de varios temas regionales y nacionales. Desde su negativa a “castigar al que emprende, al que da laburo, al que produce” con un impuesto porque “ese va a quedar en la vera del camino”, hasta reducirse su salario como presidente un 20 por ciento, lo mismo a sus ministros, senadores y diputados.
– ¿Está preocupado por el sexto rebrote de coronavirus en Uruguay? ¿Cree que los rebrotes van a continuar?
– Desde el momento que empezamos abrir la economía, la educación y la recreación sabíamos que iba a ver más circulación de gente y eso genera contactos, lo que puede generar contagios. Hay seis brotes en Uruguay, los últimos tres que vinieron cuando parecía que íbamos a tener casi nulos contagios, nos preocuparon justamente por eso, porque creíamos que íbamos en un sentido. El de Rivera sobre todo por la frontera seca y se controló, el de Treinta y Tres surge dentro de un centro de salud y lo mismo, este nuevo tiene la similitud por ser en un centro de salud pero es en Montevideo. Entonces es más difícil trazar y seguir los contactos. Esa es la dificultad nuestra. Sí va haber más brotes y repetimos lo mismo: prevención con lo nuevo del hisopado a cualquier persona que se vaya a internar, segundo la reacción casi en tiempo real y ahí está la capacidad de la gente de informar que tiene síntomas porque aislamos a esa persona y por último controlar una vez que tenés el grupo del contacto. Preocupación, sí, lo que estamos agarrando es un expertise de reacción y control lo más rápido posible. Esperemos que el rebrote en Montevideo se pueda aislar y si lo logramos, habremos ganado más herramientas. A medida que la economía y la vida se abra van haber más brotes. No estamos en una urgencia porque la capacidad de camas de tratamiento intensivo no está colmada, deberíamos tener 8700 casos activos al mismo tiempo, o sea que estamos a 8600 de estar en esa situación.
– ¿Hay tiempos estimados de la llegada de la potencial vacuna contra el Covid-19?
– No. Yo escucho mucho y leo otro poco. Hay versiones encontradas y no quiero que la vacuna sea una meta a mediano plazo. Nosotros vamos actuar con la realidad que tenemos hoy que es sin vacuna.
– Usted asumió la presidencia de Uruguay y a los trece días llegaron los primeros casos de coronavirus al país, lo que lo obligó a cerrar fronteras, suspender las clases y confiar en su pueblo para que realice una cuarentena voluntaria. ¿Cómo ha vivido personalmente el hecho de tener que tomar decisiones que afecten a tantas personas?
– El ser presidente de la República o para ser presidente hay que tener una preparación en varios ámbitos, una de ellas es la anímica-afectiva. Y esa preparación era para un país que tenía problemas graves, antes del coronavirus. Lo que hizo la pandemia fue agravar muchas de estas circunstancias anteriores además de poner arriba de la mesa un tema sanitario. Una vez que se manejó de determinada manera, todas las consecuencias sociales, educativas y culturales se multiplicaban exponencialmente. La preocupación es la misma agravada, la preparación es la misma pero con temas que tuvimos que aprender sobre la marcha y eso es lo que genera mayor preocupación: lo desconocido. Y no lo personal porque mi vida no es lo importante, si no que en mi acción está la vida de los uruguayos. Entonces caminar sobre un territorio desconocido llevando arriba de tus hombros la vida de los uruguayos eso genera una preocupación extra. Pero nunca dudé; escuché y analicé pero nunca hubo una duda en el camino lo que me genera tranquilidad. Me miro al espejo y lo sé, aún en el desconocimiento.
– Lo escucho y me parece una anécdota parecida a cuando le dijo a su mujer que quería presentarse como candidato a presidente en 2014 contra Tabaré Vázquez.
– Claro, son momentos de introspección. Te tenés que mirar para adentro porque hay que conocerse para saber cuál es la acción correcta.
– Hay diferentes opiniones de líderes internacionales sobre cómo quedará el mundo después de la pandemia. ¿Cuál es su opinión?
– De hecho ya hay consecuencias que hacen que el mundo sea distinto. Mayoritariamente peor en lo que hace la salud y la economía, y en algunos aspectos creo que el ser humano va a valorar más la vida y el tiempo, que son conceptos que están atados y pegados. Mi visión es que cuando el virus afloje o forme parte de las enfermedades que deambulan en la humanidad, va haber una necesidad del ser humano de vivir intensamente y darse cuenta que la vida es muy finita y las cosas hay que hacerlas ya. Y eso va a generar efectos positivos, desde las relaciones personales, el querer y la confianza y eso va a tener resultados económicos positivos.
– Muchos especialistas hablan sobre cómo Uruguay debería capitalizar este momento único que vive el país, siendo tapa de medios internacionales como cuando se legalizó la marihuana. Usted auspicia que vengan a vivir extranjeros y lleguen inversiones ¿Qué piensa hacer el gobierno uruguayo respecto a la competitividad comparado a los países vecinos? ¿Prevé alguna legislación más moderna para facilitarle a los empresarios que llegan al país?
– Y te agrego un tema de escala porque eso es el único arreglo que tiene para poder abrirnos al mundo con nuestros productos. Hay otros elementos que se van a valorar más aún: un ambiente sano, salud pública, certeza jurídica, la confianza a largo plazo del país que eso es un activo importantísimo que uno pone en la balanza. Obviamente uno tiene que hacer balances y tiene que ver cuánto te cuesta producir y la renta que uno puede tener en su negocio. Para hacer eso uno tiene que redimensionar el estado y hay que bajar sus costos. Eso no es fácil pero lo vamos hacer. No hay un plazo que uno puede estipular, es el camino que Uruguay comenzó. Obviamente que el coronavirus nos entorpeció un poco. Hace un rato yo estaba viendo las líneas básicas del presupuesto y va hacia un Estado redimensionado.
– ¿Qué cantidad de gente se imagina, si tuviera que proyectar, que venga a vivir a Uruguay?
– Yo trato de no decir número.
– En su momento usted dijo 100.000 argentinos
– Yo nunca dije. Es un amigo mío el que lo dijo de una conversación que tuvimos mano a mano. Pero públicamente nunca lo dije. Sí creo que no es que tengamos capacidad ilimitada porque a veces el tema de los centros educativos y los de salud mayoritariamente tiene su capacidad locativa. Pero Uruguay perfectamente puede recibir 300.000 personas y la verdad es que le haría muy bien. Pero no creo que ese sea el número ni cerca, pero sí hay una vocación de recibir inmigración.
– ¿Cuáles son los tres elementos que usted considera que hacen que Venezuela sea una dictadura?
– No funciona la separación de poderes, no hay legitimidad de alguno de esos poderes, no hay elecciones libres, se violan todos los derechos humanos de forma continua, hay tortura, hay cárcel sin juicio… Es más te diría que la pregunta debería ser al revés, ¿Venezuela tiene algún elemento para asegurar que es una democracia? Porque nos complicaría muchísimo decir uno.
– ¿Cómo quedaron las cosas con el ex canciller, Ernesto Talvi después de que el nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Bustillo, marcó diferencias en cuanto a afirmar que Venezuela sí es una dictadura.
– No creo que haya diferencias de fondo. Cuando Talvi respondió de una manera y yo de la otra, son diferencias de forma, que no son menores porque para mí el fondo y la forma van de la mano y son importantes. Sobre todo cuando hay una línea que uno ha seguido, pero no creo que eso erosione una relación, ni cerca.
– Dejando de lado la excelente carrera diplomática de Bustillo, su llegada a la cancillería, ¿significa un guiño para la Argentina, teniendo en cuenta la excelente relación con Alberto Fernández?
– No es determinante, puede ser uno de los elementos más importantes. Si Bustillo hubiera tenido mala relación con el gobierno argentino no lo nombraba. En este caso tiene buena relación entonces tiene un plus en las condiciones que tiene para ser canciller. Yo soy amigo hace treinta años de Bustillo, le he visto toda su carrera diplomática y su excelente capacidad de relacionamiento público, siempre le busca la solución, nunca lo vi enfrentado con nadie y me parece que es un momento de mucho diálogo y unidad, y por supuesto de acción que es lo más complejo. Por eso creo que el nuevo canciller nos complementa muy bien.
– ¿En qué basó su decisión de apoyar al candidato estadounidense Mauricio Claver-Carone para presidir el Banco Interamericano de Desarrollo?
– Fue un proceso, no fue una decisión tomada sin previos acontecimientos. A nosotros nos llamó el Ministro de Economía brasileño (NdR: Paulo Guedes) para apoyar a su candidato y conmigo se contactó una persona de confianza del presidente Fernández diciéndome que me iba a llamar por este tema. Pero nunca me llamó, pero sabíamos que había interés. Y había dos candidatos más, con lo cual los latinos no estaban de acuerdo, había una puja. El gobierno estadounidense decide tener un candidato, se bajan dos o tres países a apoyarlo inmediatemente y nosotros estábamos viendo cómo negociaba tanto Brasil como Argentina. Cuando se baja Brasil se genera una mayoría y se toma una decisión. La decisión es porque los latinos no se pudieron poner de acuerdo. Si se hubiesen puesto de acuerdo, el candidato sin duda era de América Latina.
– ¿Cuáles son los países de la región con los que se siente más cómodo y piensa que puede construir?
A priori no es un tema de comodidad, es un tema de vocación y además de necesidad. Argentina y Brasil sin duda. Brasil es nuestro segundo socio comercial después de China y Argentina es el país que más nos suministra turistas sobre todo en la temporada estival. Paraguay tenemos una vinculación histórica y creemos tener la vocación de ser la salida al mar conjuntamente con la Argentina. La ideología que le toque gobernar en el momento a cualquiera de esos países me puede gustar mucho, poquito o nada que es una cuestión personal mía, simplemente que esto no puede teñir las relaciones exteriores. Si nosotros vemos los procesos mundiales, esta región está llamada a ser determinante en el suministro de alimentos y de muchas otras cosas. Y para eso tenemos que estar unidos, cada país adentro hace lo que quiere pero la unión es necesaria para salir al mundo. Y eso es lo que tenemos que darnos cuenta.
– ¿Le teme al Estado involucrándose en el tema de las drogas y que complique la vida del Uruguay como sucede en México?
– Hay que estar alerta. No me consta que haya ni funcionarios ni autoridades de algún poder del estado involucrado orgánicamente en temas de narcotráfico. Nadie está libre pero no está enquistado el narcotráfico en el estado uruguayo.
– ¿Tiene intención de privatizar alguna de las empresas uruguayas que pertenecen al Estado?
– La discusión es la eficiencia y la competencia, y no la propiedad. Entre otras cosas porque gobernar es interpretar la voluntad de un país y además cumplir con un programa de gobierno. Sobre la privatización te digo que es propio de otra época y Uruguay cuando tuvo la posibilidad de hacerlo, el 72% de los uruguayos estuvo en contra. Yo insisto: eficiencia, buena calidad del servicio y la competencia que es fundamental. Porque ayuda, dimensiona y te ubica.
– A la luz de la experiencia del gobierno uruguayo con los K y como complicaron las cosas en su momento, ¿teme que la Argentina vuelva a poner trabas?
– Creo que va a primar la cordura y la inteligencia colectiva. No sólo la de Argentina, si no la nuestra. Porque las relaciones siempre son de dos personas o dos gobiernos, creo que la capacidad que tengamos de una frecuencia en común está dada por las dos partes.
– Y ¿cuál es su característica personal en este caso, en una relación como con Argentina?
– La mía es de escuchar y de construir, pararme en determinados lugares defendiendo el interés nacional. Pero después construir. A mi me gustan los liderazgos que convencen, no que obligan y en las relaciones exteriores en la cual es un derecho tan laxo porque no hay casi poder coercitivo y todo básicamente es la diplomacia, ahí hay que extralimitar la capacidad de convencer y dialogar.
– ¿Cómo fue esa evolución durante su vida que lo muestran en la actualidad como un líder sensato y que expresa los valores que la sociedad quiere escuchar?
– Yo creo que el ser humano es tan raro y tan distinto. Uno tiene que atravesar por determinadas cosas para ir formándose y haber pasado por determinadas cosas ni siquiera te asegura que te formes. Si me decís si me gustaría que un hijo mío pase por las cosas que yo pasé, te digo que no. Ojalá que no tenga que probar tantas cosas para darse cuenta cuál es su equilibrio y su centro.
– Cuándo la gente habla de que usted probó drogas, ¿qué fue exactamente lo que pasó?
– Yo sí tuve contacto con las drogas, no tan ocasionales pero si probé, consumí. Pero nunca jamás me sentí perdido. Yo jugaba al rugby, entrenaba. Siempre hice deporte, era un tema ocasional de fin de semana. Si sé que con alguna sustancia el día después era bastante feo, entonces hice números y me dije yo quiero disfrutar de la vida. Y opte por vincularme con la naturaleza que siempre me gustó: el monte y el campo.
– ¿Habla por teléfono con los presidentes de la región? ¿Podría detallar alguna charla de hace poco con Alberto Fernandez?
– Hablé hace tres semanas porque le presenté el proyecto de la hidrovía del Río Uruguay. Porque el litoral uruguayo y el gobernador de Entre Ríos están interesados en esto y para mí es una obra en conjunto que va llevar mucha prosperidad para esa zona. Yo personalmente no tengo ningún reproche para hacerle a Alberto. La poca relación que hemos tenido no tengo nada para reprocharle. Me imagino que él tampoco. Vamos a ir avanzando, vamos a ir avanzando, seguramente nos reunamos. Hay varios temas. Me gustaría que en el tema de la hidrovía, Argentina y Uruguay caminen de la mano para luego ir a presentárselo a Brasil. Puede ser una obra revolucionaria.
– ¿Cuál es su relación con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro?
– Hablé por teléfono con Bolsonaro cuando fueron los rebrotes de Rivera para tomar algunas medidas en la frontera. Le mandé una carta el otro día por el coronavirus y ahora le mandamos medicamentos a Brasil. Y Bolsonaro lo agradeció. Una relación normal, lo vi solo una vez cuando asumí. Al presidente de Argentina lo vi más veces.
– En el debate sobre el 5G, ¿cuál es su postura sobre el gigante brazo tecnológico Huawei?
– Miedo no. Siempre tiene que haber precaución en todo lo que hace a la informática que es bienvenida, necesaria, que el tema del 5G no hay sólo un tema de espionaje si no también de lo que ocupa en el espectro, de todo el tema de las sondas. O sea que vamos avanzar en el 5G en la medida que se pueda, escuchamos, leemos y prestamos atención. No nos perseguimos con ese tema.